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sábado,
01 de
septiembre de
2007 |
Cien años de diseños de sillas
Guillermina Sivack
Del 2 al 12 de agosto se realizó en el Centro de Expresiones Contemporáneas de Rosario la muestra y foro “Identidad en asiento”, un encuentro donde diseñadores, arquitectos, académicos, gestores, funcionarios y empresarios, junto a un público de lo más heterogéneo, reflexionaron y debatieron sobre aspectos de la producción creativa actual en torno a la silla. La muestra contó con espacios en los que se podían recorrer cien años de diseño con sus íconos representativos a nivel mundial como también exponentes del diseño local y regional.
El encuentro incluyó también intervenciones de artistas y diseñadores rosarinos sobre un prototipo (silla 3107 de Arne Jacobsen). Luego las sillas intervenidas fueron subastadas a beneficio de una entidad de bien público por iniciativa de la Fundación Diario La Capital.
De la recorrida surge cuán vigentes siguen los diseños gestados durante el Movimiento Moderno (principios del 1900) o de aquellos concebidos cuarenta o cincuenta años atrás. Este desfasaje histórico no se da sólo en la actualidad. El arquitecto Alvaro Siza lo planteó oportunamente en relación a la silla: “La referencia fija para diseñar un mueble es el cuerpo humano; las referencias variables son los usos. El cuerpo se transforma tan lentamente que cabe hoy en día usar una silla egipcia. Si despojamos a estos objetos de sus ropajes, quejan sólo media docena de formas conocidas”.
Ejemplos de esta atemporalidad son posibles descubrir hoy en Rosario. Por ejemplo, en una visita al Museo Estévez se observan muebles de estilo isabelino, Luis XV o Luis XVI, entre otros. Mientras, aceptamos con naturalidad los muebles modernos de los escaparates de las tiendas de diseño concebidos entre la década del ´20 o del ”30 en la Europa del auge industrial. Casualmente coincide el esplendor de los diseños industriales en Europa con la fecha en que el matrimonio Estévez se instaló en la casona (hoy Museo) de calle Santa Fe 748.
También se ve cómo algunos de los sillones ubicados en el edificio inteligente de la Bolsa de Comercio de Rosario se adaptan con naturalidad a la atmósfera del sitio donde se ubican. Sin embargo, la fecha de génesis del diseño de dichos muebles es más cercana a la de inauguración del viejo edificio de la institución. En este sentido podría pensarse que si se comparan algunos aspectos de la arquitectura con la costura podría decirse que tal como ocurre con el punto atrás, el diseño toma el pasado para proyectar el futuro.
Conversaciones sobre la silla
Dentro del marco de actividades de la muestra y foro “Identidad en asiento” se sucedieron conferencias con temáticas de las más variadas, entre otras, la que refirió a “Emprendedores diseñadores: experiencias empresarias a partir del diseño”. Como parte de este panel expusieron los arquitectos de Forcén Diseño Mobiliario y de Area D6, ambos de Rosario.
En diálogo con Estilo ambos equipos de trabajo definieron conceptos que unen y diferencian a cada uno. No es casual que los arquitectos Forcén hablen de la silla no como un objeto sino como un producto. Para ellos es el resultado de un proceso de producción tanto intelectual como física. La creación de un prototipo puede llevar largos meses. Se basa en un proceso de investigación donde las premisas, a grandes rasgos, son la proporción, la ergonomía y el tacto.
La formación arquitectónica del equipo se evidencia en el rigor conceptual y práctico. Más allá de ser la cuarta generación de hacedores de muebles plantean que la herencia ayuda pero no es todo. El conocimiento sobre ebanistería o la resistencia física de los materiales es una herramienta más a la hora de la producción. La investigación y el re-estudio de los materiales está presente en el momento de definir cómo el mueble llega al piso o a los distintos planos de encuentro.
La fachada, el espacio interior, la materialidad, el color de la veta, el recorrido del mueble. “La madera habla en silencio”, dicen, y agregan: “La ergonomía y la limpieza estética se articulan al tiempo que el mueble se diseña desde sus cuatro lados, transformándolo en un objeto recorrible. El producto define un espacio o va apoyándose sobre él, lo va colonizando. Produce un lugar. El comedor se define cuando se ubican una mesa con sillas”.
Con-tacto
De manera similar Area D6 se compromete con el sentido táctil no sólo de los muebles sino de la arquitectura en sí. Los Forcén plantean “pasarle la mano” al mueble, sentir su textura, su temperatura. Los miembros de Area D6, en cambio, plantean la huella de su formación académica en el taller de producción arquitectónica de la UNR, con un fuerte acento en la influencia del material en la formación de espacios.
Los arquitectos de Area D6 plantean una identidad y honestidad matérica con raíces en la formación universitaria. La forma está ligada al material, y éste, desde sus propiedades intrínsecas, define la forma y no al revés. Sentir la textura, el espesor, la temperatura del material, implica diseñar desde otro lugar. Pensar el diseño a partir del detalle constructivo, del encuentro entre materiales. Esta cuestión táctil permite un acercamiento al mueble desde los sentidos.
Este concepto casi moral se plantea como una huella que define no sólo la manera de hacer arquitectura sino también una forma de vida. No trabajar de arquitecto sino ser arquitecto. Tomar la arquitectura como forma de vida y plantear los conocimientos de perspectiva a la hora de posicionarse desde determinado punto de vista, no como una mera cuestión formal sino como una forma conceptual.
Haciendo un cambio de escala es posible encontrar convicciones afines en “Ciudad abierta de Valparaíso” (ciudad universitaria) donde es llevado al extremo pensar la arquitectura como forma de vida. O en la obra de arte sacro del rosarino Eduardo Barnes que se exponen en las catacumbas del teatro El Círculo, donde el artista plantea su religiosidad vinculada con la acción.
En suma, distintas posturas en relación a la arquitectura, donde el libre albedrío juega un papel fundamental. Posicionarse desde el lugar de “lo siento” (qué pena), lo asiento (lo acepto o dejo una huella), o simplemente tomo coraje y siento, con todo lo que ello implica.
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