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sábado,
01 de
septiembre de
2007 |
Merienda y baile compartidos
“Esta es una época muy individualista en la que cada uno cree que puede solo, por eso nos interesa retomar la idea de grupo que es muy antigua y reconocernos como iguales, disfrutar del contacto y aprender de las diferencias”, apuntó Delia Aguirre la profesora de lengua, y la ronda de abuelos y chicos empezó a girar siguiendo las indicaciones de la docente y tratando de vencer las vergüenzas iniciales propias del trabajo con el cuerpo.
Cada uno dijo su nombre, luego, mientras todos en ronda giraban tomados de la mano, cantaron las vocales de su nombre. Entre risas pero dominando la timidez, inventaron una melodía que sonaba distinta para cada uno pero muy agradable en conjunto. El ejercicio avanzó moviendo los brazos como si mecieran un bebé, manteniendo la sintonía del movimiento y armando una coreografía a la que después le agregaron música.
Continuaron con un baile español, para finalizar con la danza del agua con coreografías más difíciles que implicaron una gran concentración en los giros, los cruces de brazos y los movimientos entrelazados. Al final, todos se encontraron muy compenetrados para que el baile del agua sea exitoso. El encuentro, como todos los talleres de “Acortando distancias”, culminó con una merienda compartida entre los chicos, las abuelas y las docentes.
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