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lunes,
27 de
agosto de
2007 |
Santa Fe se convirtió en la ciudad con el índice de homicidios más alto del país
“La gente que no puede ponerle palabras a las cosas, resuelve los conflictos a través de las armas”. Esa es una de las explicaciones oficiales acerca de la alarmante cifra de muertos en hechos de violencia que se registró en la ciudad de Santa Fe en lo que va del año. Las 79 víctimas fatales ubican a la capital provincial como la localidad con más alto índice de homicidios del país. Y las estadísticas indican que el 90 por ciento de esos asesinatos fueron por ajustes de cuentas o cuestiones pasionales y no por robos a la propiedad. Los problemas socioeconómicos en los sectores más postergados, el desprecio por la vida y la ausencia de respuestas del Estado son caldo de cultivo para esta situación donde las disputas se dirimen con tiros o puñaladas.
“La ciudad de Santa Fe siempre se caracterizó por ser una de las más violentas de la provincia”, admitió el director de Seguridad Comunitaria santafesina, Sergio Druetta. Y si bien subrayó que “no todo el mundo anda a los tiros”, admitió que “en determinados sectores, la violencia es el lenguaje cotidiano”.
Asimism, Druetta remarcó que “los homicidios se están registrando en determinados sectores de gente que no puede ponerle palabras a las cosas y resuelve los conflictos a través de las armas”.
Crecimiento. El profesor de sociología y criminología de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), Máximo Sozzo, destacó que “el número de homicidios en el departamento La Capital crece desde hace diez años”, y esos índices ponen a Santa Fe por encima de ciudades como Rosario o Córdoba.
A la hora de analizar este fenómeno, Sozzo consideró que esas ciudades tienen distintas historias recientes en materia de exclusión social. Pero Santa Fe “presenta áreas extraordinariamente deprimidas socialmente y no hubo una respuesta que permitiera lograr una reconstrucción de la cohesión social”.
Además, indicó que “ante el brutal proceso de exclusión se advierte una ausencia del Estado y así es más fácil que se instale la violencia como método para resolver los problemas” entre la gente.
El hecho de que los homicidios no se hayan producido mayormente en situaciones de robos a la propiedad, dijo Sozzo, “refleja que en el tejido social, el único modo de resolver las disputas personales es a través de la violencia, ya que están perdidas otras formas de dirimir los conflictos”.
Sozzo destacó que “la gente siente desamparo y desprotección absoluta desde hace muchos años, y eso ya lo sufre toda una generación”.
Asimismo señaló que el Estado “tiene una presencia muy limitada, con intervenciones prebendarias e insuficientes”. Pero además, “la única institución presente en estos conflictos es la policía, que tiene como recurso fundamental el uso de la violencia”, y termina echando más leña al fuego.
Sozzo destacó que esta seguidilla de homicidios tuvo mayor impacto en los últimos meses porque el ejercicio de la violencia no sólo se registró entre los más desamparados, sino que llegó a la clase media. “La preocupación crece cuando el problema derrama más allá de los sectores excluidos socialmente”, sintetizó.
Factores. Por su parte, la psicóloga Marisa Germain consideró que Santa Fe “sufrió una disolución progresiva de las instituciones que deberían trabajar por la integración social”. La profesora de la cátedra Social I de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) opinó en este sentido que el problema de la violencia en la capital provincial “se vio catalizado o incrementado por las inundaciones” de 2003.
Asimismo, destacó que “hoy se registra una extensa disponibilidad de armas pero no hay un ordenamiento para su uso, ni siquiera dentro del ámbito del delito”.
La psicóloga subrayó que “a nivel social está extendida la idea de que la vida no vale nada”, y destacó que “los principales registros provienen principalmente del Estado, con la violación sistemática de los derechos humanos, la falta de empleo y el hecho de que haya un importante sector de la población que no tiene nada que comer y a nadie le importa”.
Germain subrayó que “esa violencia que emana del Estado se traslada a la sociedad” y presagió que esta problemática no se revertirá en forma inmediata. “Para salir de esto se necesitará reconstruir el tejido social y, en ese sentido, las instituciones intermedias como la iglesia, los clubes de barrio, las cooperadoras escolares y los sindicatos serán fundamentales”, dijo.
Consideró también que la violencia como lenguaje instalado en determinados sectores santafesinos no puede persistir. “El far west sólo suma muertos, no pacifica, sirve para juntar cadáveres”, afirmó antes de destacar que “no es cuestión de cambiar de jefe de policía, sino de comprender que la vida es un valor a preservar por encima de todo”.
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