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 martes, 14 de agosto de 2007  
“Cerebro” del presidente y estratega de sus victorias

Laszlo Trankovits

Washington.— Sería imposible imaginar a George W. Bush como presidente sin Karl Rove. La carrera política del texano está estrechamente ligada con la de su más cercano asesor desde hace casi 30 años. Bush saludó a Rove como “el arquitecto de nuestra victoria” después de su reelección en 2004. El ex consejero presidencial John Dilulio lo consideró “el asesor más poderoso en la Casa Blanca en la historia moderna de Estados Unidos”.

   A Rove se le atribuye el éxito de Bush en la conquista de la gobernación de Texas y de la presidencia. La victoria tiene muchos padres, “pero el triunfo de Bush tiene sobre todo un nombre: Karl Rove”, escribió el New York Times en 2004. Los republicanos adoran a este hombre de 56 años, al que califican de “genio estratega”. Los demócratas y buena parte de la prensa lo rechazan como “Rasputín” o “eminencia gris”.

   Rove fue siempre “el cerebro de Bush”, y bajo ese título aparecieron en 2004 un libro y una película. “Bush es un político de instinto, Rove es la inspiración y la estrategia”, según el autor de ambas obras, Wayne Slater. Rove es además dueño de un récord absoluto en la historia política de su país: ganó 35 de las 42 campañas en las que participó.

   En 2004 consiguió que los estadounidenses reeligieran a Bush a pesar de la impopular guerra en Irak y el inoportuno escándalo de maltratos en la cárcel de Abu Ghoreib. El candidato demócrata John Kerry fue difamado como un liberal de izquierda con un dudoso pasado militar en Vietnam. La estrategia de Rove se concentró en la mayoría conservadora de los votantes, a los que se ganó forzando un debate de valores en torno al aborto, el matrimonio homosexual y la investigación con células madre. Sólo el vicepresidente Dick Cheney despierta un rechazo, si no odio, similar entre los demócratas.
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