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 martes, 14 de agosto de 2007  
En pleno declive, Bush pierde a su asesor político más leal y poderoso
Karl Rove, una figura clave de su gobierno, anunció que dejará la Casa Blanca a fin de mes

Washington.— A 18 meses de dejar el cargo, George W. Bush perderá a su colaborador más poderoso y leal. Karl Rove, el “arquitecto político” de sus victorias en 2000 y 2004, anunció ayer que saldrá del gobierno a fin de mes por “motivos familiares”. Su despedida determina el ocaso de toda una era para el presidente de Estados Unidos.

   Rove, que últimamente se vio salpicado por distintos escándalos, se incorpora así a una larga lista de funcionarios que están abandonando al deteriorado gobierno de Bush. Sin embargo, con excepción del vicepresidente Dick Cheney, no hay otro personaje del entorno de Bush que tenga el peso político de Rove.

   Durante una emotiva ceremonia en el jardín de la Casa Blanca, Bush se refirió ayer a Rove como un “querido amigo”. Conteniendo las lágrimas, su “gurú político” dijo que extrañará profundamente su trabajo. El asesor alabó a su vez el “coraje perspicaz” de Bush y sostuvo que el presidente defendió a su país contra “un enemigo brutal en un peligroso conflicto que determinará el nuevo siglo”.

   En una entrevista con el diario The Wall Street Journal, Rove explicó que hace un año que viene pensando en su dimisión y que ahora cree que llegó el momento. “Siempre hay algo que puede retenerte, pero debo hacer esto por el bien de mi familia”, aseguró. El periódico agregó que el asesor planea escribir un libro sobre su época con Bush y después enseñará política en una universidad.



Tiempos difíciles. El último año no fue nada fácil para Karl Rove. Su nombre estuvo bajo el escrutinio de un fiscal federal tras filtrarse el nombre de una agente encubierta de la CIA (el intrincado caso de Valerie Plame), pero nunca fue acusado de ningún delito. En una controversia más reciente —citando “el privilegio del poder ejecutivo”— se negó a prestar testimonio ante el Congreso acerca del despido de varios fiscales federales. La oposición demócrata lo acusó de maniobrar para lograr el despido de esos fiscales porque estaban investigando a políticos republicanos.

   La marcha de Rove es la última de una serie de renuncias de altos funcionarios de Bush en los meses recientes. Desde que los demócratas ganaron el control del Congreso en noviembre pasado, dejaron el gobierno el asesor de la Casa Blanca Dan Bartlett, el director de presupuesto Rob Portman, la abogada de la Casa Blanca Harriet Miers, la directora de asuntos políticos Sara Taylor, el consejero adjunto en seguridad nacional J.D. Crouch y Meghan O´Sullivan, otra asesora adjunta en seguridad que trabajó en Irak. El ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld fue forzado a dimitir inmediatamente después de las elecciones ante la impopularidad de la guerra en el país árabe.

   A pesar de este panorama, Rove se mostró tan optimista como siempre en la entrevista que publicó el Wall Street Journal. Según el asesor político Bush recuperará su popularidad, que se hundió en su nivel más bajo debido a la inacabable violencia en Irak. También pronosticó que los demócratas nominarán a Hillary Clinton como candidata presidencial, y la calificó como una rival “dura y tenaz”, pero “con defectos insuperables”. A su vez, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Tony Snow, dijo que Rove no se propone hacer campaña por ningún candidato republicano para los comicios del año próximo.

   Mientras tanto, analistas de Washington aseguran que la partida de Rove significa un duro golpe para Bush. El presidente, cada vez más debilitado en materia de política interior, ya no podrá concretar grandes proyectos.



Ambiciones y fracasos. Según el Journal, el mayor asesor de la Casa Blanca se marcha porque dos de sus ambiciones para la gestión de Bush parecen abocadas al fracaso. El legendario estratega electoral pretendía perpetuar por muchos años, más allá de Bush, un dominio republicano en la política estadounidense, así como reformar el sistema de seguridad social, es decir, privatizarlo.

   Sin embargo, Bush ya casi no menciona la posibilidad de esta reforma, y, tomando en cuenta la impopular guerra de Irak y otros numerosos escándalos en el partido, los republicanos temen que al fracaso en los comicios legislativos de 2006 le siga una réplica en las elecciones presidenciales de 2008. Para el Journal, a pesar de los grandes éxitos electorales que forjó, Rove no terminó nunca de imponer su visión.

   Por otro lado, el diario sugiere que el poder de Rove siempre se sobrevaloró, y que él mismo se reía de los mitos que se asociaban a su figura. La revista Newsweek escribió que gente como Rove o Cheney eran responsables de que Bush viviera en una “burbuja” y que hubiese perdido el contacto con la realidad política.
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Rove y Bush se mostraron emocionados en una ceremonia de despedida en el jardín de la Casa Blanca. El presidente y su influyente asesor mantienen una amistad de más de 30 años.

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