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domingo,
01 de
julio de
2007 |
Viajeros del Tiempo
Guillermo Zinni / La Capital
Mujeres del mundo, uníos. El nivel de civilización de un pueblo se puede medir por el grado de cultura que hayan alcanzado sus mujeres. Y cuando éstas hayan llegado a unir los atractivos de su belleza física con la elevación de sus virtudes, la nación que las cuente como madres y como esposas, como sostenedoras de sus propios hogares, será la más feliz, la que más se acerque al perfeccionamiento social. Miremos el Oriente: alí las mujeres vegetan en el serrallo, embrutecidas por el opio y la esclavitud. En Turquía, Egipto, Persia, Arabia y hasta en la China deben cubrir sus rostros con túnicas impenetrables y viven humilladas entre un pueblo de bárbaros y de esclavos. Ahora miremos hacia Occidente: las mujeres conquistan puestos de honor en las ciencias, en las letras, en las profesiones liberales, en el arte, y las leyes son justas y hay una corriente de amplia confraternidad. ¿Será coincidencia que donde la mujer reina la sociedad mejora? No es un mito, pues, la influencia de la cultura de la mujer en los destinos de una raza, en el progreso definitivo de un pueblo. Por eso, uno de los proyectos más importantes con que se va a celebrar el Centenario de nuestra Independencia será el Congreso Internacional de Mujeres que va a reunirse en Buenos Aires y al que vendrán delegadas de distintos países para presenciar cómo la mujer argentina, en el espacio de un siglo, se ha puesto a la cabeza de la cultura social. A iniciativa de la Sociedad Universitarias Argentinas se ha confeccionado un temario donde se destaca la unión de todas las mujeres del mundo y el vincular a las mujeres de todas las posiciones sociales a un pensamiento común: la educación e instrucción femeninas para fortalecer su naturaleza física y elevar su pensamiento y voluntad en beneficio de la sociedad. Este Congreso Femenino tiene, pues, como fin la dignificación de la mujer.
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