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domingo,
01 de
julio de
2007 |
Hoy puede ser un gran día
En efecto, y como reza el título que memora a la popular canción del catalán, hoy puede ser un gran día para algunos de los dirigentes que participarán en esta interna abierta a la que todos los ciudadanos santafesinos, obligatoriamente, están llamados a participar. Y no sólo que puede ser un gran día, sino que hasta puede ser determinante para los ganadores y convertirse en un punto de referencia con miras a las elecciones generales para la fórmula de gobernador y vice. Para otros, en cambio, puede significar este domingo un verdadero desastre, la firma de una constancia de defunción política. Pero como dice la canción a la que aludimos: “No desesperes si algo no anda bien”, total... el modelo argentino siempre da oportunidades a los perdedores, aun cuando a estos les corresponda con la más estricta de la justicia la aplicación del dicho popular “mejor perderlos que encontrarlos”.
¿Pero por qué son tan importantes las elecciones de hoy, estas internas abiertas de las que muchos no conocen nada? En primer lugar, a simple vista pareciera que esta elección importa únicamente al partido o frente que tiene más de un candidato, es decir, y para ser concreto, al Frente para la Victoria que debe dirimir si el candidato para gobernador será Agustín Rossi o Rafael Bielsa. A simple vista, pareciera que como Hermes Binner, o Juan Carlos Millet o Roxana Latorre, pueden estar tranquilos y descansar en la tribuna mientras los otros dos juegan el partido. Lo cierto que nada más lejos de la verdad y sin vueltas y directa y claramente explicamos por qué y planteamos los siguientes escenarios posibles: Es cierto que será muy importante para Bielsa o para Rossi el resultado que obtengan en lo estrictamente personal, porque no sólo que está en juego la candidatura a la gobernación, sino la imagen política y hasta el propio destino político. Es cierto también que si fuera a analizarse esta mera cuestión de los destinos personales, Hermes Binner puede estar muy tranquilo, porque al no tener contrincantes, en lo estrictamente referido a la interna abierta no tiene nada que perder. Pero hay una cuestión que en las últimas horas comenzó a rondar por la cabeza de los analistas: ¿Y qué hay del destino no ya de las personas, sino de los partidos y frentes? Esa es la cuestión.
Suma de votos. Imagine el lector que Hermes Binner, por ejemplo, resulta ser el candidato más votado en esta interna abierta, pero, al mismo tiempo, el Frente Progresista saca menos votos que la suma de aquellos que componen el arco peronista. Para ser más claros: Si la suma de votos de Bielsa, Rossi y de Latorre es sensiblemente superior a la obtenida por el Frente Progresista que lidera Binner, ello no sólo dejaría muy mal parado al socialista, sino que lo pondría en la angustiante situación de advertir que su triunfo en la elección general es muy dudoso. ¿Por qué? Porque difícilmente quien vota por el peronismo pueda ser convencido de que elija otra alternativa. Pero es más: ¿Y si la diferencia en contra de Binner se hace más patente por una aceptable elección del radical Millet? La crítica situación para el socialista empeoraría. Como se ve, no todo está dicho en la provincia de Santa Fe. No podría decirse que Binner, aun cuando fuera el más votado, fuera el ganador ni que estuviera asegurada la victoria en la general.
Desde luego, puede ocurrir otra cosa: Que no sólo sea Binner el más votado, sino que el Frente Progresista obtenga también la mayoría de los votos. En tal caso, ese Titanic del que alguna vez se habló en esta columna, ese barco contaminado por virus que han enloquecido a la rosa de los vientos, ese peronismo que anda por inercia, pero no por convicción (gracias a los oficiales del puente de mando) estaría definitivamente hundido y sus tripulantes (tripulantes en la acepción literal) ahogados en el mar de la política ¿Ahogados? Bueno, como decíamos al iniciar esta reflexión, en esta sociedad tan solidaria y generosa nadie parece ahogarse políticamente.
Otras realidades. Pero así como la interna abierta de hoy supondrá un panorama con vistas a la elección general para gobernador y vice (y todo lo que sigue en cuestión de legisladores) así también en Rosario y en otras ciudades del interior de la provincia sellará el destino de muchos. Véase sino la cuestión rosarina. Si Carlos Comi, candidato a intendente por la Concertación que propicia Lilita Carrió, hace una elección poco decorosa, ello no sólo que empañará su figura, sino que robustecerá la imagen del Ari que, como partido, decidió apoyar al actual intendente Miguel Lifschitz.
Por otra parte, si como se dice, el pre candidato del Frente para la Victoria, Héctor Cavallero, realiza una buena elección, esto podría suponer, incluso, un trago amargo para el actual intendente pues tendría ante sí a un rival de consideración. Y viceversa, si la elección de Lifschitz es abrumadora los demás pueden ir despidiéndose de la victoria en la general y de papeles protagónicos en la vida política.
Otro tanto puede ocurrir en la ciudad de Santa Fe, en donde un peronista independiente, Oscar “Cachi” Martínez, pone un haz de dudas sobre el éxito de los demás precandidatos.
Todo esto sin contar con otras lecturas que podrían hacerse de acuerdo con la cantidad, por ejemplo, de votos en blanco.
Y sin dudas, la elección, en lo estrictamente interno, pondrá en clima a las diversas fuerzas para la preparación de las listas de candidatos a diputados nacionales. Así, en base a los votos obtenidos por cada fracción (vieja y lamentable costumbre argentina) se impondrán los candidatos a diputados nacionales, aunque ellos sean verdaderos burros (con el perdón del afable y simpático animalito por la comparación).
Así es, hoy para algunos dirigentes políticos puede ser un gran día. Para otros será un día de pesadumbre. O tal vez no, tal vez sea no más que un día más. La pléyade de políticos argentinos acaso no conozca de derrotas. Como bien dijo un avispado observador ayer: “Es de esperar que el domingo alguien pierda. ¿Vio que últimamente nadie se considera perdedor? Se observó en la reciente elección porteña. Todos festejaban, hasta los perdedores”.
Es que a lo mejor para la clase política siempre los días son grandes, hasta cuando los ciudadanos comunes suponen que han perdido. Y esto es bueno reflexionarlo: ¿Hay perdedores en la vida política de la dirigencia? Tal vez los únicos perdedores son los que eligen, esa cantidad de personas adoradas y a las que se rinde culto un tiempito antes de las elecciones.
Churchill decía que tras un recuento electoral sólo importa quien es el ganador, porque todos los demás son perdedores. ¡Qué iluso! Si viviera en la dimensión política argentina advertiría que su axioma es equivocado. Aquí nadie pierde, todos se transforman. Por eso... Hoy puede ser un gran día, para ellos, los conocidos de siempre.
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