En foco. La crisis energética

Tema renovado y nuevos actores. Así arrancó la semana en la agenda económica del gobierno. Cuando parecía, como dice el dicho,“casi muerto y sepultado”, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, volvió a escena y en este caso ya no para sellar nuevos acuerdos de precios o cuidar celosamente los índices inflacionarios sino para ponerse al frente de la discusión con el sector petrolero en el marco de la crisis energética.

Corrida la Secretaría de Energía como interlocutor oficial en la pulseada, Moreno volvió al ruedo con nuevos reclamos pero viejas prácticas. Así, exigió a las transportadoras de gas partes diarios sobre la inyección del insumo en los gasoductos troncales y al mismo tiempo incentivó un control mutuo entre las propias empresas para que “nadie se pase de vivo” y aporte lo suyo al sistema.

La administración Kirchner corrió el eje de la discusión y resignó el tema precios para poner al frente de la agenda el tema energético.

Una vez superada la elección en Capital Federal —que concentró buena parte de la atención oficial— el gobierno puso la mira en octubre.

De ese modo, tras las quejas incesantes de industriales salió a dar señales concretas. En ese marco se pueden entender la aceleración de medidas tan reclamadas pero demoradas como la licitación del gasoducto del norte, la reducción de un 20% en los cargos fijos que se le cobran a las industrias con destino a las obras de ampliación de gasoductos o la decisión —anunciada en el marco de la cumbre del Mercosur— de destinar 500 millones de dólares para terminar las obras de ampliar la represa de Yacyretá y el impulso a la construcción del gasoducto con Bolivia.

En el medio volvió a darle al Enargás, ente encargo del control, el protagonismo que habia pedido tras su intervención por el caso Skanska.