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domingo,
01 de
julio de
2007 |
Biocombustible: Greenpeace alerta sobre el impacto social
Argumentan que por la mayor demanda de granos subirá el precio de los alimentos
Clarisa Ercolano / La Capital
“El debate energético en Argentina es sesgado y tendencioso”, disparó Juan Carlos Villalonga, director político de Greenpeace, quien se presentó en Rosario para difundir un informe que advierte sobre los perjuicios económicos y ambientales que puede acarrear el uso y la producción de algunos biocombustibles.
Según el dirigente, la discusión en esta región está recortada y dirigida por el sector agropecuario, que vislumbra una oportunidad económica gigantesca. Sin embargo, el dirigente opinó que el mundo de los combustibles alternativos es mucho más amplio. “Se ignora el biogás, que puede producirse usando todo tipo de residuos y no tiene casi ningún costo de producción”, dijo y agregó que bioenergía es un concepto que engloba un rango amplio de opciones, que no se limitan sólo a generar energía a partir de la soja o el maíz.
Según la agrupación ecologista, la insistencia con estos biocombustibles de origen vegetal tendría su principal consecuencia en los estratos más marginales de la población. El precio de la soja, el maíz y el girasol entre otros productos que son base de la alimentación, subirán por la alta demanda que provendrá también del sector energético y se regirán por el parámetro del precio del petróleo. “Todo eso se traduce en un alza en el precio de los alimentos de primera necesidad y según nuestras apreciaciones, por cada punto que aumenten los insumos básicos, 16 millones de personas caerán en la indigencia absoluta sin poder cubrir su dieta básica”, dijo.
Según precisa el informe de Greenpeace, el vertiginoso aumento en la producción de biocombustibles elevará los precios del maíz en un 20% para el 2010 y en un 41% para 2020. Pronostica además el mismo comportamiento de los precios de las semillas oleaginosas, entre las que se incluyen la soja, la colza y el girasol que aumentarían entre un 26% para el 2010 y un 76% para el 2020.
El otro punto de conflicto, según Greenpeace, será la competencia por el uso del suelo, que devastará bosques y comunidades enteras. Según Villalonga, Rosario es el epicentro del huracán. “La apertura de las plantas para exportar biocombustibles que se construyen en todo el cordón industrial van a ser el tiro de gracia para todos los bosques de Argentina”, dijo sin vueltas. Y precisó que cuando estén en pleno funcionamiento, generarán más de tres millones de toneladas anuales de biocombustibles, requiriendo la mitad de toda la superficie de soja que actualmente está sembrada en el país.
“La pregunta es dónde piensan poner toda esa soja y cuánto más se va a expandir la frontera agrícola”, inquirió.
Estado ausente
Greenpeace quiere que el Estado nacional rechace los biocombustibles que no demuestren una reducción del 50 por ciento de los gases de efecto invernadero del combustible fósil al que reemplacen. También que se impulse el estudio de materiales como la colza o el ricino para su elaboración.
Según Villalonga, no habría problemas para abastecer al mercado interno con biocombustibles no agresivos del medioambiente, pero el problema se presenta cuando se intentan cubrir las demandas del mercado externo.
El informe de Greenpeace explica que las mejores opciones son la energía eólica, solar y, como se hace en Brasil, la derivada del etanol, producido con caña de azúcar y con bajos efectos contaminantes.
Además, los ecologistas pidieron que se contemple la utilización de la celulosa de las plantas para generar combustibles, una fórmula donde se aprovecha integralmente al vegetal.
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