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miércoles,
20 de
junio de
2007 |
Reemplazan una válvula cardíaca por cateterismo
Evitar la cirugía mayor ofrece ventajas a personas añosas y con otras enfermedades
Un novedoso procedimiento permite reemplazar una válvula cardíaca por cateterismo sin necesidad de recurrir a una cirugía mayor, lo que otorga grandes ventajas a personas de mucha edad y con enfermedades asociadas. Con esta técnica ya se intervinieron más de 430 personas en distintas partes del mundo y la mayoría mostró una buena evolución. Así lo afirmó Alain Cribier, médico a cargo del departamento de cardiología del Hospital Universitario Charles Nicolle, Rouen, Francia, quien arribará a la Argentina en los próximos días para exponer sus investigaciones durante el próximo XIII Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista (Solaci07) y XVII Congreso del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (Caci 07), que se realizará del 4 al 6 de julio en Buenos Aires.
El especialista señaló que en la mayoría de las personas el reemplazo de la válvula aórtica no es una operación dificultosa. “Sin embargo —apuntó— casi el 30% de los pacientes que necesitan un reemplazo de válvula cardíaca no van a cirugía, principalmente por la asociación de edad avanzada y condiciones físicas y comorbilidades cardíacas y no cardíacas que aumentan enormemente el riesgo”. El reemplazo valvular aórtico percutáneo “ha tenido resultados muy satisfactorios, con un limitado número de complicaciones agudas y un excelente seguimiento. En comparación con lo esperable en este grupo de pacientes de alto riesgo, la mortalidad fue entre una y tres veces menor”, agregó.
La válvula aórtica, que controla el paso de la sangre oxigenada del corazón al resto del cuerpo, suele calcificarse y endurecerse (se estenosa) con el paso de los años. Esto ocasiona un esfuerzo excesivo del corazón para bombear sangre y puede conducir a una insuficiencia cardíaca. La enfermedad, conocida como “estenosis valvular aórtica”, afecta principalmente a personas de más de 70 años y su prevalencia aumenta conforme crece la expectativa de vida de la población.
Si bien existen opciones terapéuticas para esta patología (operación “a corazón abierto” para reemplazar la válvula; valvuloplastia, también desarrollada por Cribier; y terapia farmacológica), aún no había una intervención que lograra reemplazar la válvula en pacientes de alto riesgo quirúrgico.
En este grupo se incluyen quienes tienen un by-pass previo, insuficiencia renal, accidente cerebrovascular, cáncer (aunque esté tratado) y todos aquellos que no pueden recibir anestesia general, algo bastante común en pacientes que superan los 80 años.
Años de trabajo. Carla Agatiello, intervencionista argentina y coordinadora del programa de válvulas percutáneas del Hospital Universitario Rouen, de Francia, indicó que “para llegar a esta intervención, que deja apenas dos pequeñas incisiones luego de la cirugía, se trabajó el mismo concepto que para poner un stent (suerte de rulero metálico) adentro de la arteria coronaria”.
La especialista, que participó de las primeras 40 intervenciones en Francia, describió que se introduce por una arteria un catéter con balón, que a su vez lleva una válvula montada en un stent. Luego de llegar a la válvula aórtica a través de la arteria femoral, se infla el balón, ensanchando la válvula estenosada. Seguidamente se retira y se coloca en posición la válvula nueva. “Este desarrollo, que suena tan sencillo, llevó nada menos que diez años”, dijo la médica.
Esta técnica se realizó por primera vez en 2002 y se utilizó en 430 pacientes en todo el mundo dentro del marco de protocolos de investigación.
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