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 miércoles, 20 de junio de 2007  
Reflexiones
Pasión, ciencia y acción para crecer

Angel Fernando Girardi (*)

He pensado que lo mejor para iniciar esta colaboración es citar las palabras de Bernardo A. Houssay, nuestro egregio premio Nobel, quien sostuvo: "No apruebo que se realice un acto de homenaje por cumplir ochenta años u otra edad. La obra humana debe ser ininterrumpida durante toda la vida, hasta que la detenga la muerte. Cada hombre debe trabajar continuamente para sí y sus semejantes mientras lo permita su salud física y mental... trabajar en algo que interesa y apasiona es un placer, es una de las felicidades humanas más grandes. El trabajo es la diversión más barata y permite ser útil a los semejantes".

La mayoría de los que habitamos en la Argentina hemos asumido la conducta de aspirar a un trabajo fecundo, estable y bien remunerado para que se tenga la posibilidad de ahorrar; toda vez que somos conscientes de que los ingresos provenientes de la jubilación ordinaria, en general, no alcanzan para una buena calidad de vida y, por otro lado, se aprecia que, cuanto mayor adecuada y permanente actividad tenga el ser humano, más chance de sobrevida tendrá. Que los argentinos somos apasionados, queda fuera de toda discusión.

De igual modo, ha quedado demostrado que miles de nuestros compatriotas cuentan con excelentes dotes como científicos y han sido reconocidos tanto a nivel nacional cuanto internacional. Contamos con cinco premios Nobel. Ello le permitió a Leloir, también premio Nobel, sostener en su autobiografía: "La investigación científica en la Argentina ha progresado considerablemente, pero no tanto como creíamos y deseábamos....Si nos inspiramos en buenos ejemplos, con una labor intensa y bien orientada, en dos o tres décadas podremos tener una posición de primera entre los países más adelantados".

Pues bien, teniendo en cuenta el actual estado de bonanza por la que atraviesa nuestro país, donde se ha consolidado un buen nivel de reservas y el crecimiento económico general es sostenido, entonces tanto el Estado como el empresariado privado deberían destinar una importante masa de fondos con miras a fomentar la investigación científica e incorporar así valor agregado en todos los niveles y especialidades teniendo en cuenta, de modo especial, los bienes de origen nacional que ya se exportan o puedan ser exportables en un futuro cercano.

Hoy vemos con asombro cómo un país como la India se encuentra dejando atrás su atraso milenario, merced a producir anualmente más de trescientos mil ingenieros en sus universidades. Este es un buen ejemplo a seguir.

Nuestra nación cuenta hoy con los dos factores esenciales para posicionarse de una vez por todas en el concierto de las naciones del primer mundo: el valor humano, con un creciente manejo de los conocimientos científicos de avanzada; los bienes primarios en abundancia y una amplia gama de bienes manufacturados que el mercado internacional exige. La reciente instalación de una planta nuclear nada menos que en Australia es una de las tantas muestras del nivel de excelencia que pueden alcanzar nuestros científicos y técnicos.

A poco que observemos nuestro sector externo, podemos constatar que en el 2006 las exportaciones totales alcanzaron los 46.569 millones de dólares —FOB— (un aumento del 15% respecto al valor exportado en 2005, impulsado por un aumento promedio en precios y cantidades del 7% interanual) y transfiriendo a la balanza comercial un resultado positivo de 12.409 millones de dólares (6% mayor al saldo comercial del año 2005).

Si se analiza la composición del valor exportado y su variación interanual, el mayor crecimiento relativo fue para el rubro de las manufacturas industriales, cuyo valor reveló un aumento del 25% durante el 2006 respecto al año anterior. Por su parte, las manufacturas de origen agropecuario, aumentaron un 16%; los productos primarios lo hicieron en un 11% y finalmente el rubro combustibles y energía creció un 6% en igual período (1).

Concluyendo, están dadas todas las condiciones para que nuestro país pueda definitivamente desarrollarse de modo sustentable, sólo nos falta aprovecharlas al máximo y ello se logrará si trabajamos con toda nuestra visceral pasión e inteligencia, perfeccionando nuestros medios de producción a través del máximo aporte que la ciencia pueda brindarnos.

(*) Abogado y productor agropecuario

1) "Informe de la Economía Argentina 2006 y actualidad de los precios relativos del sector agrícola", Economía INTA EEA Manfredi, Lic. Martín Giletta, Enero de 2007


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