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martes,
29 de
mayo de
2007 |
Incendian el bar del acusado de matar de un puntazo a una joven
Fue el fin de una pelea en la calle de dos familias. Y la de la chica tomó justicia por mano propia
Una gresca entre un grupo de vecinos del barrio La Tablada terminó de la peor manera: una chica de 18 años asesinada de una puñalada y su hermano de 15 herido de gravedad también de una cuchillada. El incidente desencadenó una violenta reacción de los familiares de las víctimas, quienes incendiaron y saquearon un bar del hombre apuntado como el autor del homicidio. En ese arrebato de justicia por mano propia también prendieron fuego a su auto.
Riña general. El episodio ocurrió en una barriada humilde situada en Chacabuco al 3500, en el cruce con bulevar Seguí. Una fuente policial señaló que el origen del drama fue una insignificancia. Mauro Ruiz Díaz, un adolescente de 16 años, embistió con una bicicleta a su vecino, Fabio Sanz, de 17. Al parecer Fabio no resultó lastimado pero reaccionó enojado por lo ocurrido. Cuando los dos muchachos ya habían intercambiado algunas trompadas, dos hermanos de Mauro se sumaron a la reyerta. Laura Beatriz Ruiz Díaz, de 18 años , y su hermano Luciano, de 15, también quedaron entreverados en los puñetes.
No tardaría en desatarse la tragedia. Máximo Sanz, de 60 años, y padre de Fabio, salió de su negocio con la intención de tranquilizar los ánimos pero al parecer no logró su cometido. “Le tiraron una piedra y le dieron en la cabeza”, dijo un portavoz de la comisaría 16ª.
Al corazón. Enfurecido, el hombre recogió un cuchillo y le asestó una puñalada a Laura Ruiz Díaz. La cuchillada le atravesó el corazón a la chica, que se desplomó al suelo y murió cuando era llevada por un vecino al Hospital de Niños.
Luciano también fue alcanzado por un puntazo en el estómago. Lo internaron en el Hospital de Emergencias donde lo operaron por la perforación de un intestino. Tampoco se salvó de la furia de los contendientes Tadeo Sanz, de 16 años. Cuando se desató el incidente, Tadeo escapó corriendo hasta la estación de servicio de 27 de Febrero y Maipú, donde se refugió.
Ayer al mediodía el modesto bar de Máximo Sanz, acusado por el crimen de la chica, era un montón de escombros renegridos. La pequeña propiedad había sido arrasada. Sólo se salvaron de las llamas unas cuantas botellas que lucían diseminadas sobre el piso calcinado. Sobre el cruce de Chacabuco y bulevar Seguí podía verse el auto del comerciante totalmente quemado. El incendio, al parecer, fue provocado por los familiares de Laura y Luciano. Una refrigeradora y un viejo lavarropas cruzados en la calle obligaban a desviar el paso a los automovilistas, en una zona de pobreza reinante donde los conflictos suelen dirimirse por la fuerza. “Dame un peso para el vino”, exigía un hombre alto a los conductores que pasaban por el lugar, mientras colocaba los obstáculos sobre la calzada.
Tierra dura. A pocos metros, los familiares de las víctimas observaban la escena. Una tía de Laura y Luciano se mostraba alterada. “Estaba todo planeado. A mi sobrina la mató a sangre fría”, exclamó la mujer. Mientras tanto, el hombre alto y de contextura delgada continuaba apilando artefactos sobre la calle. “Acérquense. Somos pistoleros pero no vamos a hacerles nada”, les decía a los cronistas de este diario.
Tras el suceso Máximo Sánz quedó detenido en la comisaría 16ª acusado de acuchillar y matar a Laura Ruiz Díaz y de herir a su hermano.
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Fotos
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Elementos del bar que tapan la calle en Chacabuco al 3500.
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