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miércoles,
23 de
mayo de
2007 |
La ejemplar heredera de la tradición
Hernán Lascano / La Capital
La Brigada de Investigaciones es heredera natural de las prácticas de su antepasado ilustre, la sección Robos y Hurtos. Sólo las distingue un cambio de nombre. Las extorsiones a comerciantes y delincuentes, la usanza de aclarar casos a castañazos y el tráfico de sobornos muestran que, como en los altos linajes, los ritos conservan vigencia.
La acusación del chatarrero repite la lógica de cientos de denuncias: la del apriete. Aprietes para que los que tuvieron problemas con la ley en el pasado no los tengan en el futuro. Total, quién va a creerle a alguien con prontuario. Aprietes a los que no tienen bienes en regla. Total, si me das lo que pido acá no se entera nadie. Aprietes a los que hicieron algún negocio turbio para que a cambio de una parte todos quedemos amigos.
En Tribunales, el anecdotario de abogados al respecto da para una biblioteca. Algunos jueces desconfían de los allanamientos que pide la Brigada porque saben que a menudo se convierten en la herramienta legal para los chantajes. El argumento oficial —que los delincuentes denuncian para ensuciar y mejorar así su situación— es cada vez más un pretexto en una sección que reproduce sus prácticas y promueve a los oficiales que las aprendieron a puestos de conducción.
En 1998 Jorge Obeid disolvió Robos y Hurtos luego de que en Santa Fe un preso de 18 años, Miguel Duarte, muriera allí bajo torturas. Pero la actual Investigaciones supo clonar algunas de las prácticas de su antecesora. Por eso, que la Jefatura de Rosario o la autoridad política se pronuncien ante esto sería tranquilizador.
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