|
miércoles,
23 de
mayo de
2007 |
Viajeros del Tiempo ©
Rosario 1905/1910
Por Guillermo Zinni / Fuente: La Capital
En la pendiente fatal. Era la hora del “reconocimiento” en la casa central de policía, por lo que todos los profesionales del robo detenidos, “scruchantes”, “cuenteros”, “punguistas”, “lanceros”, etcétera, se encontraban en una gran habitación para que el personal de Investigaciones les pase revista y guarde bien en la memoria la fisonomía de cada uno de ellos. Cuando nos dirigíamos hacia el grupo, un conocido “cuentero del tío” vino a hablarnos:
-Aquí estoy -nos dijo-, purgando un delito que no he cometido.
-Bueno, pero nos dicen que usted es de los más hábiles para desplumar tontos.
-¡Bah! Se hace lo que se puede -respondió con cierto orgullo-. Pero esta es una profesión muy perra. Nos pasamos la tercera parte del año en “cana” y como ya estamos “marcados”, por cualquier cosita la policía nos “chapa” y adentro...
-Pues si usted comprende que es una desgracia ser ladrón debería buscar otra profesión que lo regenere.
-¿Pero usted sabe lo que dice? Yo me quedé huérfano muy niño y los parientes que me criaron me dieron demasiada libertad, de la que me abusé y me junté con gente perversa que me indujo al delito. Sin embargo, tuve varios oficios pero en todas partes me fue mal. Si de niño me pegaban, de hombre me explotaban. Entonces, cuando pude comprender que con lo que ustedes llaman “trabajo honrado” nunca podría vivir, decidí seguir la carrera que hoy sigo. Ya no traté de regenerarme y me dí de lleno a la mala vida. El destino lo quería así, ¿qué iba a hacer yo? Desengáñense. Los animales grandes se comen a los chicos. El vivo vive del tonto y el tonto de su trabajo, y a este último nunca le falta carne en que hincar el diente los que vivimos del “cuento”.
Los presos volvieron a sus celdas y nosotros a nuestra labor periodística, y en este punto nos despedimos del inteligente “lunfardo” prometiéndole no olvidarlo.
[email protected]
enviar nota por e-mail
|
|
|