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sábado,
12 de
mayo de
2007 |
Un guardia de Falabella atacó a tres chicos
Lo hizo con gas pimienta para evitar que ingresaran al negocio. Indignación de los peatones
Tres niños fueron ayer atacados por un agente de seguridad de la empresa Falabella con gas pimienta cuando intentaron ingresar al local de Sarmiento y Córdoba. Según dijeron los testigos, tres chicos de cinco, ocho y once años pretendieron ingresar al negocio, cerca de las 15.45, por la puerta de acceso del público que da a calle Sarmiento, pero un guardia se los impidió rociándolos con un gas utilizado para rechazar ataques urbanos.
Los chicos, de condición humilde, salieron disparados hacia la calle con los ojos tapados con sus manos debido a la gran irritación y no fueron atropellados de milagro por un ómnibus del servicio de pasajeros que pasaba por el lugar. Una vez en la vereda de enfrente fueron auxiliados por personal de la librería Homo Sapiens y por ocasionales transeúntes.
Ningún responsable de la empresa quiso dar la cara. A través del servicio de Atención al Cliente sólo se le dijeron a La Capital que el jefe de seguridad del comercio no tenía "ningún comentario" para hacer. Rápidamente pudo comprobarse la falacia de esta última aseveración porque ni bien llegó la policía al lugar el guardia en cuestión fue reemplazado en la puerta mencionada por una colega.
Atención médica
La indignación de los peatones estalló en un inmediato aviso a las autoridades y en protestas contra el agente que atacó a los chicos un hombre pelado de unos 40 años que se negó a identificarse y que pertenece a la empresa de seguridad Siasa
Algunas personas se llegaron hasta el lugar para increpar a los protagonistas del lamentable incidente, pero fueron maltratados por los guardias que se abroquelaron en la puerta del comercio.
Pocos minutos después del inconveniente, arribó al lugar personal de la Comisaría 2ª y del Servicio Integrado de Emergencias Sanitarias (Sies). Los profesionales médicos dijeron que atendieron "a dos niños, de ocho y once años, con irritación en los ojos" debido a los agresivos componentes del gas. Los chicos fueron tranquilizados dentro de la librería mencionada, porque ninguno de ellos paraba un minuto de llorar.
Mientras seguía arremolinándose gente frente a los pibes, varios adultos se hicieron cargo de la situación. Entre ellos María Cristina Solano, quien dejó asentada la denuncia en la seccional de calle Paraguay, hacia donde el personal policial derivó a los niños.
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