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jueves,
10 de
mayo de
2007 |
La destacada
No se puede confiar
Decimos que avanzamos. Avanza el tiempo, las tecnologías, pero nosotros retrocedemos. La sociedad está cada vez más resentida, enojada, no sé cómo explicarlo. Son las once de la mañana y pocos adolescentes estamos levantados a esta hora un domingo después de salir. Y no puedo dejar de pensar. Todo empezó porque me olvidé el celular en el taxi. A los dos minutos de haberme bajado, lo empecé a llamar. Ilusamente. Pensé: es un taxista mayor, para qué va a querer mi celular, seguro me lo devuelve. Pero no. Finalmente, después de un par de llamadas sin que me atendiera, lo apagó. No cabe todavía en mi mente que las personas sean así. ¿Dónde quedaron las personas que pedían justicia, solidaridad, que eran honestas, confiables? Seguro que no están en estas épocas. Que el taxista se quedara con mi celular no es lo que me quitó el sueño, sino su actitud: apagar el teléfono, con lo cual me indicaba claramente que no me lo pensaba devolver. El tampoco va a poder a disfrutarlo, porque ya hice denuncia. Tendré que ahorrar un par de meses para poder comprarme el teléfono, pero cada peso me va a recordar ese momento en que sentí que no hay más gente que haga lo correcto. Le echamos la culpa a los gobernantes cuando nos va mal, le echamos la culpa a las grandes potencias porque contaminan el ambiente y eso cambia el clima, siempre le echamos la culpa al otro, cuando en realidad, nosotros también estamos en falta. ¿Cuándo nos vamos a dar cuenta de que no estamos haciendo las cosas bien como personas? ¿Cómo califico al taxista? ¿Ladrón? Creo que este pensamiento en alguien de 16 años puede defraudar a muchos. Más defraudada estoy yo, sabiendo que no se puede confiar en los demás, ni siquiera en los que menos sospechamos que no van a "currar". Necesitamos cambios, pero mejor sería que sean desde nosotros como personas, porque lo que me pasó a mí les pasa a muchos. No vamos por buen camino.
Brenda Debiasi
DNI 35.450.229
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