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martes,
08 de
mayo de
2007 |
Maná conmovió al Gigante con sus
románticas baladas a pura pasión
El grupo mexicano inició anoche su gira argentina en Rosario ante 18 mil personas. La banda presentó los temas de “Amar es combatir” e hizo un recorrido por sus hits
Pedro Squillaci / La Capital
Los acordes de “Déjame entrar” empezaron a sonar y Central fue un delirio. Las sombras de los integrantes de Maná aparecieron sobre un telón blanco en el tema de apertura del tour “Amar es combatir” y marcaban el principio de lo que sería una noche soñada para los fans de la banda mexicana. Fue una fiesta. Tanto que a las 18 mil personas que colmaron el Gigante de Arroyito ni se les ocurrió pensar en la baja temperatura reinante. Había una luz que calentaba los corazones con una música entrañable. Bendita la luz.
El show con el que Maná abrió la gira argentina anoche en el Estadio de Rosario Central quedará acuñado como uno de los mejores espectáculos que hayan pasado por la ciudad. Por la espectacularidad de la puesta, por la entrega de los músicos, por la participación de la gente.
Ritual argentino. “Vamos a hacer de esto un kilombo”, dijo Fher, tratando de adecuarse a un modismo argentino, como lo haría toda la noche, quizá en un modo un tanto demagógico, como suele pasar con cada artista extranjero que llega a la Argentina. Pero, en fin, es parte de un juego que todos quieren jugar.
La primera parte del show reunió un menú de baladas que fueron copando los corazones poco a poco. Así pasaron “Manda una señal” y “Labios compartidos”, de su reciente producción, mientras todos se maravillaban con las tres pantallas gigantes dispuestas sobre el escenario y coreaban las canciones de punta a punta.
“Combatiente” le subió la temperatura al show con un rock potente, pero trascartón todo entró en un clima intimista. Sergio Vallín tomó la guitarra acústica y, en medio de las luces de los celulares, comenzó a sonar “Bendita tu luz”, el hit de “Amar es combatir”. Fher le abría los brazos a su público en un momento que crecería en intensidad con “Vivir sin aire”.
A esta altura ya se podía comprobar que Maná no está en el lugar de privilegio que ostenta por mera casualidad. Fher Olvera es un vocalista carismático y personal; Sergio Vallín aporta punteos punzantes o sutilezas armónicas según la exigencia de las canciones; Juan Calleros no luce pero tampoco desentona y Alex González es un baterista que rompe el molde, es un showman todoterreno y es capaz de cargarse al hombro el peso del espectáculo, como cuando deslumbró en un solo de batería en el que combinó virtuosismo con rutinas circenses.
Maná combinó eternas declaraciones de amor con mensajes humanistas, ecologistas, en contra del suicidio, y hasta de denuncia social. La puesta estuvo a tono con imágenes que mostraron a la Tierra cercada con alambres de púa, disfraces fantasmales o textos sobre la pantalla que rezaban: “¿Dónde jugarán los niños?”.
Los climas se superponían con la velocidad de un zapping televisivo. De repente Fher convocó a una fan, llamada Laura, y le propuso tomar un vino tinto mendocino en un sillón de living, ante la vista de todos. Allí, junto a Vallín, Fher hizo un dueto de guitarras con perlitas como “Te lloré un río”, “Reloj cucú”, “Cachito” y hasta una ranchera mexicana. Laura todavía debe creer que lo soñó.
Final soñado. El show se encaminaba hacia un final vibrante. “Corazón espinado” hizo recordar aquellos buenos punteos de Carlos Santana en uno de los momentos más participativos de la noche. La gente saltaba, cantaba, bailaba, era el corolario de una noche soñada.
El escenario cada vez sorprendía más. Primero aparecían llamaradas en lo alto de las torres, después una cortina de agua deslumbró a todos en “Llover” y, como si fuera poco, promediando las dos horas de show, llegaba “El muelle de San Blas”. Pero todavía faltarían los bises de “Clavado en un bar” y “Rayando el sol”, en lo que sonaba como el postre de un banquete inolvidable. El frío ya era una anécdota, la calidez de Maná pudo más.
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Fotos
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Maná desplegó un show vibrante delante de una puesta escénica que sorprendió a todos.
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