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jueves,
03 de
mayo de
2007 |
Perdón escuela pública
Engrosando ya las filas de los docentes jubilados, quiero expresar mi profundo agradecimiento a la tan menoscabada escuela pública, en la figura de la Escuela Nº 1.209 Provincia de Chaco, de Cabín 9. Mi carrera docente la transité 30 años en el ámbito privado y sólo 10 en el público. Fue en una escuela católica, confesional, gratuita, donde me inicié y donde me eligieron para refundarla ya que _en vías de cierre_ sólo contaba con cuatro cursos y 97 alumnos. Cuando me alejaron de la misma, 30 años después, contaba con más de 600 alumnos y todos los cargos subvencionados por el Estado, con comedor y copa de leche. El crecimiento no fue fácil, exigió de mis horas extras, donde gratuitamente oficié de maestra, auxiliar docente, catequista, ayudante de cocina y secretaria, siendo la directora. Jamás medí fuerzas ni exigí honorarios extras, me bastaba verla crecer. Por mi personalidad contestataria y mi acérrima aversión a la obsecuencia, después de 30 años, la patronal (sacerdotes ellos) me consideró un ejemplo nocivo y peligroso para el rebaño. Después de un cobarde acoso laboral se vieron obligados a considerarme prescindible y regalarme la indemnización más cara de la provincia. Fue entonces cuando la Escuela Nº 1.209 me abrió sus puertas, sin preguntas, sin prejuicios. Allí ningún cargo ni situación de revista me fueron ajenos: maestra, reemplazante, interina, titular... vicedirectora reemplazante. Pero también fue donde _sorprendida_ comprobé que aquello que durante 30 años había escuchado en interminables prédicas, allí se llevaba a cabo sin estridencias ni oraciones diarias ni retiros espirituales ni jornadas pastorales. Me alejo de esa querida comunidad educativa, atesorando la emotiva e inmerecida despedida de la que fui objeto. Y ante ese reconocimiento y afecto por sólo 8 años de una entrega mía tan relativa, atravesada por tanto dolor e ingratitud, mi corazón sintió una gran culpa por no haber entregado, a quienes lo merecían, todo aquel esfuerzo de mi briosa juventud. Por eso hoy, cuando la escuela pública está tan menospreciada, quiero rendirle mi homenaje por haber comprobado que realmente es allí donde se practica el divino mandato de “Amaos los unos a los otros...” sin falsedades ni hipocresías. A mis queridos compañeros de la Escuela Nº 1209 mi recuerdo cariñoso y el convencimiento de que aunque los sé agnósticos, creyentes o indiferentes, todos dan el testimonio diario de aquello que alguien dijo una vez: “Lo que hiciereis por el más pequeño de mis hermanos, lo haréis por mí”. Escuela Nº 1.209 Provincia de Chaco: ¡Siempre adelante!
Margarita Rodríguez de Kuz
LC 5.701.156
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