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miércoles,
18 de
abril de
2007 |
Crónicas regionales
Cañada del Ucle, con alma francesa
En medio de la polémica, reconocen su fundación a una familia gala oriunda de la baja Navara
Gustavo Orellano / La Capital
Cañada del Ucle.— Enclavada en el corazón de la Pampa Húmeda, sobre la ruta provincial 93, a unos 120 kilómetros al sudoeste de Rosario, esta pequeña población del departamento General López, lleva el nombre de la estación ferroviaria construida en el tramo que une a Firmat con Río Cuarto.
Fue fundada el 27 de septiembre de 1902 por la familia Doce, oriunda de la baja Navarra (Francia), pero no se la tiene en cuenta en ese sentido debido a que no se presentaron los planos del trazado urbano ante el gobierno Santa Fe, motivo por el que se generaron conflictos entre sus pobladores a la hora de optar entre dos designaciones: Cañada del Ucle o Carlos Doce.
Las tierras donde iba a funcionar la estación pertenecían a Carlos Doce, Dolores Armstrong de Doce y Mauricio Larriviere, que en sus orígenes tenían como propietarios a las familias Armstrong y Lynen.
Según el censo de 2001 el pueblo tiene unos 1.089 habitantes, de los cuales 233 viven en la zona rural y 856 en el ejido urbano. En un principio, la población del campo fue elevada y la urbana era algo menos de la mitad que la campesina, hasta que en 1980 las cifras se igualaron y en 1991 los pueblerinos duplicaron a la rural.
Este fenómeno forma parte del éxodo de los campesinos que decidieron radicarse en el pueblo o en localidades vecinas para lograr estudios para los hijos y tener mayor atención sanitaria, actividades recreativas y otros servicios.
Si bien la población total se ha censado con una periodicidad de 10 años, en los últimos 20 ha disminuido aproximadamente en 200 habitantes, lo que puede deberse a la falta de trabajo o al hecho de tener una tasa de mortalidad mayor a la de natalidad.
La época de apogeo fue en la década del 70, cuando merced al boom agrícola llegó a tener 1.600 habitantes. Sin embargo, con el correr del tiempo entró en una suerte de debacle demográfica y desde hace varios lustros apenas supera los 1.000 habitantes estables.
Las principales fuentes de trabajo son la comuna, la Cooperativa Agrícola y Ganadera de Cañada del Ucle, la Cooperativa de Obras y Servicios Públicas, Norias Rodachi y Chamiqueras Altol.
También funcionan algunos comercios, aunque en su mayoría son atendidos por los dueños. Durante algunos años operaron sucursales bancarias pero desde hace tiempo ya no están, razón por la cual los lugareños no tienen otra alternativa que recurrir a las entidades financieras establecidas en Firmat.
Cañada del Ucle cuenta con tres establecimientos educativos: la escuela primaria 6.087, la escuela media 379 y un jardín de infantes, los cuales conforman un complejo educacional que cubren el servicio de enseñanza local.
En tanto, la vida social pasa por varias instituciones aunque al el Club Carlos Doce es el ámbito de mayor concurrencia. También hay dos boliches donde frecuentan parroquianos para compartir un trago, mantener una charla o jugar a las cartas.
“Dentro de poco voy a cumplir 40 años de bolichero y la verdad es que, aunque nunca salí de pobre, no me arrepiento de esta actividad con la que gané muchos amigos y atesoro mil anécdotas”, dijo José Zanteponte, propietario del bar San Carlos.
La economía del lugar gira en torno al campo, su principal actividad. De hecho, el valor de las hectáreas es uno de los más altos de país, al igual que la fertilidad de su suelo. Posee más de 15 mil hectáreas de jurisdicción y su casco urbano está compuesto de unas pocas manzanas, en las que prácticamente no quedan terrenos para edificar.
Ese problema preocupa al presidente comunal Ariel Caram, quien si bien tiene la posibilidad de ejecutar planes habitacionales no lo puede llevar a cabo a raíz de esta situación.
“Quedan siete lotes, de los cuales sólo cinco están en condiciones de ser rematados para afectarlos a la edificación de casas. La otra posibilidad sería expropiar campos para ampliar la urbanización, aunque la tarea no es fácil”, explicó el mandatario cañadense.
Efecto boomerang. Este fenómeno limita el crecimiento poblacional y actúa como un efecto boomerang. “Desde hace algunos años se observa un marcado fenómeno de emigración hacia Firmat de muchos vecinos de Cañada”, aseguró el historiador vernáculo Adalberto Paulucci.
“Este pueblo se convirtió en un country de fin de semana de Firmat y prueba de ello es que hay más de 50 familias que trabajan allí. Además el problema es que muchos de los que se van, nunca más regresan”, detalló Paulucci.
Idéntica situación se produce con los jóvenes, quienes siguen sus estudios superiores en ciudades como Rosario, Venado Tuerto y Firmat.
“Estos chicos no vuelven al pueblo por falta de oportunidades laborales, lo cual no sólo ocurre sólo en Cañada”, agregó.
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Su denominación despertó una fuerte polémica entre los pobladores.
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