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domingo,
01 de
abril de
2007 |
Una vida ligada al arroyo Ludueña
A los diez años Alicia experimentó la inundación de 1986 arriba de un vagón. Hoy pide cambios
Silvia Carafa / La Capital
Alicia Lencina tiene 33 años y recorre el centro de evacuados en el club Naútico Avellaneda para ver si puede gestionar otra frazada porque está alojada con cuatro de sus seis hijos, le tocó una sola manta y encima de una plaza. En cada una de sus palabras hay un esfuerzo enorme por contener las lágrimas, que al final llegan. Un llanto de ahora y de antes, y de todas las veces que fue sitiada por el agua, porque siempre fue vecina del arroyo Ludueña.
"Terribles, terribles", dice para evocar las imágenes de cuando junto a su papá y a su hermana pasaron una semana con sus días y sus noches arriba del vagón de un tren en las vías de Juan José Paso al fondo, en el barrio Travesía, a unas seis cuadras de su casa. Fue en 1986, cuando el arroyo Ludueña desbordó y los dejó más pobres que nunca. Sin nada material porque antes también había quedado vacía, cuando ella tenía tres años y su mamá decidió partir de la familia.
Intenso dolor
En aquella inundación Alicia tenía 10 años y de esa semana de angustia sobre todo recuerda un intenso dolor Hubo mucha desgracia mucho sufrimiento de chicos que lloraban mientras esperaban que alguien viniera a buscarlos relata en tercera persona y llora Entre esos chicos estaba ella y su hermana que cuando el padre bajaba a buscar algo para comer quedaban solas rodeadas de agua en medio de un horizonte gris y líquido
"Terrible, hambre, frío y mugre", evoca Alicia desde el arcón doloroso de pequeña inundada. Pero sobre todo estaba el miedo y el asombro al ver pasar las cosas que el Ludueña se llevaba convertido en una correntada fuera de control. Siete noches y siete días, casi una espera bíblica sobre el techo de un tren mientras los ojos no se apartaban del agua. Cuando regresaron a su casa, una semana después, no había nada.
Nunca más
Pero la nada que quedó fue tan difícil como el agua Me junté a los 13 años con mi marido porque no tenía otra salida relata Alicia El se llama Orlando y había llegado al barrio desde Santiago del Estero para una operación difícil después de un accidente Lo operaron seis veces porque salía mal y al final quedó cojo explica Alicia y aclara que a pesar de casarse tan joven es feliz y que sus seis hijos son hermosos
Ahora tienen un "almacencito" en Reconquista y Travesía, donde levantaron una "casita de material" que el lunes quedó anegada. Desde ese día ella no sabe cómo se las arreglaron Orlando y sus otros dos hijos, además del destino que corrió la mercadería. Mientras piensa en ellos se aferra a la fe que tiene en la Virgen del Rosario y de Luján. "Quiero que todo esto pase y que estemos un poco mejor, que por los chicos, nunca vuelva a pasar", pide Alicia y anota una carencia: "Por favor, que hagan zanjas en el barrio".
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Alicia dice que es feliz con su familia.
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