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 sábado, 31 de marzo de 2007  
El Ludueña desbordó desesperación
El fantasma del desmadre del arroyo circuló todo el día, pero fue descartado por la noche

Claudio González / La Capital

La intensa lluvia caída durante la madrugada de ayer aumentó el caudal del arroyo Ludueña en 1,30 metro en 12 horas y estremeció a los residentes de los barrios Stella Maris y 7 de Septiembre, donde cientos de personas que viven a metros de la cuenca, en el distrito Noroeste, debieron abandonar sus hogares. El agua buscó drenar por canales a bajo nivel y rebalsó las calles. Pero entre las 19 y las 21, el arroyo llegó al pico de su crecida. Sólo subió tres centímetros en dos horas y el director de Hidráulica, Alberto Daniele, aprovechó para, por ahora, descartar un desborde del cauce. Por eso, al cierre de esta edición no se había confirmado la evacuación de más personas. No obstante, durante la tarde el intendente Miguel Lifschitz solicitó a los vecinos que viven cerca del arroyo, sobre todo de los barrios Hostal del Este, Empalme Graneros y Lisandro de la Torre, a "permanecer en sus casas y estar atentos por si hace falta evacuar esas zonas".


Mala canalización
Si bien el Ludueña no llegó a desbordarse las lluvias de la madrugada de ayer aumentaron su caudal Y el el agua no tardó en colarse entre las barrosas calles primero y después en las humildes viviendas de las zonas bajas donde no existen obras de canalización Los más afectados fueron los barrios Stella Maris y 7 de Septiembre en la franja oeste comprendida entre Schweitzer y José Ingenieros al 8700

En el centro de salud municipal Ceferino Namuncurá (José Ingenieros y Acevedo), al mediodía de ayer por lo menos diez mujeres con hijos pequeños o bebés esperaban ser trasladadas a uno de los tres centros de evacuados. Se equiparon apenas con un bolsito con ropa y dejaron en sus hogares a los jefes de familia para cuidar las pertenencias puestas a resguardo unos centímetros más arriba del nivel que los inundó.

Parada sobre un montículo de tierra y basura donde muere José Ingenieros y se topa con el Ludueña, Marta Carpio miraba el comportamiento del agua y murmuraba: "La gente de la Municipalidad no nos escuchó. Tuvimos una reunión el martes y le advertimos que nos íbamos a inundar. Pero ellos nos dijeron que nos quedáramos tranquilos. Ahora es un desastre. Los médicos del centro de salud ayudan, pero no dan a basto. Tengo un bebé de un año y cuatro meses y no sé que hacer porque me brota el agua del piso". La de Carpio fue una historia que se multiplicó por decenas en la barriada.

Mientras la gente utilizaba todo tipo de recipientes para desagotar las casas, los operadores municipales de Promoción Social intentaban ordenar el incesante flujo de autoevacuados en una salón de la capilla Dios Padre, y en la dependencia de una congregación evangélica. A su vez, un camión de Gendarmería Nacional ingresaba al barrio repleto con bolsas de arena para utilizar como contención en los principales acequias por donde filtraba el agua.

Un tractor del Jockey Club con un carro ayudaba a los vecinos a juntar sus pertenencias y los agentes de Defensa Civil trataban de compaginar el trabajo solidario con otras dependencias municipales.

En esa zona de la ciudad, el agua también colmó las calles del Golf Club, el country Aldea, San Eduardo y Hostal del Sol. En Fisherton R, los vecinos dejaban sus autos sobre la Ruta Nacional Nº9 e ingresaban caminando porque no tenían cómo llegar. En este sector el problema no fue el arroyo, sino la falta de mantenimiento de los desagües pluviales, repletos de basura.
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José Ingenieros al fondo. Marta mostró preocupación por la subida del arroyo.

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