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miércoles,
07 de
marzo de
2007 |
Un colectivero ejemplar
Es ya habitual para todos nosotros escuchar diariamente noticias tristes y crueles sobre crímenes, secuestros y robos, y luego optar por no oírlas más para no caer en el penoso error de acostumbrarnos a ellas. Parece que ya a esta altura nada nos asombra. Sin embargo, me gustaría compartir con los lectores una experiencia que me tocó vivir de cerca. El sábado 10 de febrero, a las 11, tenía que dirigirme a hacer unos trámites, y para llegar a destino abordé un colectivo de la línea 144, interno 88. Marqué mi tarjeta y me senté en un asiento que me permitió observar que unas cuadras más adelante, una señora discapacitada ubicada en el primer lugar, quería descender. Ustedes pensarán que el chofer, como nos tienen acostumbrados, paró lejos del cordón, o los pasajeros se hacían los desentendidos. Pero no, por el contrario, creo que a todos nos llenó de asombro la actitud del chofer. Este paró el ómnibus justo en el borde del cordón de la vereda, bajó la silla de ruedas de la señora a la cual desconocía, alzó en sus brazos a la mujer y la dejó en la vereda sobre su silla. Creo que ésta es una actitud para engrandecer, ojalá que esta buena persona tenga la recompensa que merece por su buena acción. Agradecida al chofer, invito a todos los ciudadanos a imitarlo para que volvamos a creer que aún puede haber buenas noticias o grandes acciones.
Delia Luisa Ramos, DNI 10.067.611
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