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sábado,
10 de
febrero de
2007 |
Reflexiones - Etimología de la vida cotidiana
De la cabeza
Samuel Wolpin
"Algunas personas sienten con sus cabezas y piensan con sus corazones" (George Lichtenberg). Existen palabras que dan lugar a una familia enorme de derivados. Quizás porque vivimos en una etapa evidentemente mentalizada de la civilización, es que del vocablo cabeza nacen infinitos términos, de algunos de los cuales ni siquiera sospechábamos que respondían a este origen.
Cabeza viene del latín caput. Los cefalópodos son, como el pulpo, nada más que cabeza y pies. La capital es la cabeza de un país y es en el cabildo o en el capitolio donde se reúnen sus autoridades. Chapuzar es meterse de cabeza en el agua. Con la capucha nos cubren y cuando nos cortan la cabeza terminamos decapitados.
El capitel es la cabeza de una columna y el occipucio es la parte de la cabeza donde ésta se une con las vértebras del cuello. Cabellos son los pelos de la cabeza y algunos caudillos los tenían muy largos. Otros, en cambio eran acéfalos: les faltaba la cabeza.
El que ingresa a una academia militar es un cadete, pero con el tiempo puede llegar a capitán, que es como un capataz. Precipicio del latín prae, delante, y capitis, cabeza, o sea donde uno corre el riesgo de caerse de cabeza. Los libros tienen capítulos y el príncipe o el principal no significan otra cosa que primera cabeza.
Cuando nos duele la cabeza tenemos cefalea y el cinocéfalo es un mono africano con cabeza de perro (del latín cino, can). Capicúa quiere decir la cabeza igual que la cola, y la rienda con que ajustamos la cabeza de los caballos se llama cabestro.
Para no cansarlos, el último ejemplo: el músculo bíceps se denomina así porque su parte posterior se divide en dos cabezas.
Hablando de cabeza, es muy común ponerle a los cabezones apodos tales como "amanecer criollo" o "pic-nic de pobre", sinónimos ambos de "puro mate", pero acerca de un conocido mío que se destaca por la voluminosa masa encefálica que posee, sus amigos sostienen que fue atrapado por un jíbaro, pero un jíbaro gallego: en lugar de reducirle la cabeza, se la había agrandado.
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