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domingo,
04 de
febrero de
2007 |
chabás. A tres años de un doble crimen (1ª nota)
El abismal secreto de una docente
juzgada por asesinar a sus padres
Ocurrió una tórrida noche de febrero de 2004. La Justicia está por decidir si fue culpable
Hernán Lascano / La Capital
No había un soplo de viento por lo que daba lo mismo estar afuera o adentro en esa deformada noche de verano. A esa hora, pasada la medianoche, el aire calcinado no era normal. Y todo lo fue aún menos con la mezcla de bramidos que despabilaron a la cuadra lanzando a la gente a la vereda. El griterío, ya apagado, venía de lo de los Arzani. Nadie se animaba a cruzar la puerta hasta que el vecino de la esquina se decidió. Lo que vería iba a alterar muchas cosas. Y desatar una discusión que es sorda pero que en Chabás involucra a todos.
Al entrar, el vecino divisó a Vilma Arzani, de 53 años, con un camisón de tela de raso celeste, los ojos abiertos y una agitación muda en el cuerpo. Estaba en una silla de madera, atada y con un pañuelo tapándole la boca. Había libros, cuadros y adornos desparramados en el suelo. El vecino se internó hacia los dormitorios. Dante Alfredo Arzani y Luisa Gorini estaban acostados en una cama de dos plazas. Las manchas de sangre empapaban las sábanas. Los dos estaban vivos, aunque por poco tiempo.
El primer policía en entrar a la espaciosa casa de Monserrat Servera 2149, Esteban Rojas, distinguió a Vilma tal como la había encontrado el vecino. Ante él la mujer hilvanó un relato con algunos detalles. Ya estaban los tres acostados cuando percibió ruidos en el techo. Con los ruidos, dijo, irrumpieron tres intrusos que se le fueron encima. Uno de ellos la sujetó, los otros la amenazaron con matar a los padres si no entregaba dinero. No había plata en casa. Eso, contó Vilma, disparó el ataque contra el matrimonio.
Para la gente de Chabás tan incomprensible como este doble crimen, del que el viernes se cumplirán 3 años, es que nunca se haya hablado del caso fuera del pueblo. Silencio notable porque un día después de los ataques Vilma quedó detenida por parricidio. La acusaron de haber matado a sus padres a golpes con un palo de amasar. Los ruidos, la mordaza en la boca, el robo -para la acusación policial y judicial- fueron las partes de un simulacro.
Lo extraño
Todo Chabás entró en estupefacción Vilma era la docente que daba clases particulares a los chicos del pueblo la que acompañó en la enfermedad a todos sus familiares mayores Según la policía todo conspiraba contra su relato inicial ni aberturas forzadas ni huellas de gente ajena a la casa Cuando la interrogaron según el sumario Vilma admitió su responsabilidad con pormenores Luego aseguró que confesó bajo presión policial Las contradicciones fueron un remolino en el que la mujer gira hasta hoy Mi vida siempre fue confusa confesó hace días a este diario No sé dónde estoy parada Puedo asegurar que no elegí lo que me pasó
Gente común
En Chabás los Arzani eran iguales a todos descendientes de piamonteses vecinos apreciados y laboriosos Alfredo había tenido fábrica de máquinas agrícolas de palas y matayuyos A los 79 años todavía producía aberturas de aluminio Vilma se ocupaba de las cobranzas la atención a proveedores y el manejo administrativo Luisa la madre de 74 años era ama de casa
Vilma cursó el magisterio y ejerció como docente en Chabás y en Villada. Su capacidad pedagógica e inteligencia eran reconocidas y muchos chicos tomaban clase con ella en su casa. Episodios poco claros, menores, deslizados en las habladurías del pueblo, rozaban su reputación. Pero no impedían que los padres les confiaran sin reparos la preparación escolar de sus hijos. Vilma trabajaba y asistía a sus padres. Y tenía un secreto.
El proceso
Al día siguiente del 9 de febrero de 2004 cuando quedó acusada del crimen un grupo de vecinos de Chabás pidió que se la llevaran de la comisaría del pueblo Si había matado a los padres decían debía ir a una cárcel común Se inició un proceso Se estableció que Alfredo y Luisa Arzani habían muerto por múltiples fracturas de cráneo El arma utilizada se halló en la casa un palo de amasar de 66 centímetros de largo El fiscal propuso que la acusaran por doble homicidio agravado por el vínculo y la jueza Silvia Nogueras la procesó Los elementos reunidos por la policía y la confesión sostenían para ambos el planteo
En el expediente, no obstante, por primera vez hubo una confidencia que por más de cuatro décadas había sido impenetrable. No todo crimen tiene una motivación clara, pero donde el pesar se atasca con lo que le impide aflorar a veces surgen los signos para descifrar un jeroglífico. Una mañana, en Tribunales, Vilma mencionó que en su infancia la familia recibía siempre la visita, entre muchos, de un pariente cercano. Lo bastante próximo como para que sus padres le guardaran la mayor confianza.
Vilma contó que esa persona, entre los 8 y 9 años, abusó de ella de manera continuada. Era alguien que tenía el cariño de la casa, que pasaba fiestas allí, que era exteriormente afectuoso con ella y que la amenazaba para callar cuando quedaban solos. Años después, cuando pudo expresar el trauma, sus padres colapsaron. Le dijeron, contó ella, que hablar de eso sería una catástrofe para todos y derrumbaría el hogar del pariente. Lo mejor sería olvidar lo ocurrido. Alfredo y Juana le pidieron Vilma que hiciera silencio. Lo mismo le había ordenado su abusador.
Vilma acató el mandato durante 45 años. En ese tiempo estudió, cuidó y limpió a sus abuelos en su declinación física, dio clases, vivió con sus padres, trabajó con ellos, nunca se marchó de su casa. Todo eso, dice ella, sin poder olvidar ni un solo día.
La mala hora
En las manzanas en torno de Monserrat al 2100 a una cuadra del club Huracán de Chabás la silenciada muerte de los Arzani está muy presente Lo mismo que todavía la incredulidad por lo ocurrido así como una ambigua resistencia a terminar de aceptar la culpa de Vilma Una familia muy buena Vecinos buenos Ella venía mucho acá a la peluquería de mi nuera dice Isidro Benincasa que vive a media cuadra Es una mujer muy inteligente y simpática Nadie puede entender qué pasó dice don Isidro Los demás vecinos no quieren ser nombrados La cuadra está llena de familiares de los Arzani Cualquier palabra dicen descarrilará más las cosas
Pero sin embargo hablan y todo es un cosmos de ambigüedad. Tienen a Vilma como una mujer despierta y trabajadora. Salía, cobraba, compraba los materiales de la fábrica. Tuvo algunos episodios menores aunque extraños. ¿Qué exactamente? Casos de cleptomanía, dicen los vecinos. Hurtos mínimos, de pequeños objetos, que aunque molestaban se tomaban como una cualidad más de alguien integrado a la vida de todos, a veces más fácil de tratar, a veces no tanto. Se sabía que a Vilma, como un imán, a veces se le quedaban pegadas las cosas. Pero nadie por eso dejó de mandar a sus hijos a preparar exámenes con ella.
"Yo, la verdad, dudo de que ella los haya matado", dice un vecino que la conoce de chica. "Y quién fue si no", retruca otro. "Si fue así, algo la hizo explotar. Porque a los padres los atendía y muy bien, jamás los maltrató", devuelve. "Nunca se sabe qué puede hacer la gente", repone el otro. En algo sí asoma el acuerdo: nadie parece quererla de nuevo en el pueblo.
"Que vuelva es muy difícil para todos. Y ni qué decir para ella, no tiene a donde ir. Si no va a la cárcel, que vaya a un instituto neurosiquiátrico. Esto fue muy ingrato. Si llega a tener un ataque de locura tal vez paga los platos rotos un vecino", sostiene alguien de una casa cercana. Que tampoco, sin embargo, digiere del todo la culpa de Vilma. "Nunca pude parar -dice- de preguntarme qué pasó".
La acusación
La detallada declaración donde Vilma se autoincrimina la versión del ingreso de ladrones y la escena en la casa son la base de la acusación que puede definir su condena a cadena perpetua Voceros del trámite que lleva el juez Carlos Carbone aducen que existen pericias psiquiátricas sólidas que sugieren su imputabilidad La defensa sostiene que no se hizo ningún test inmediatamente después del hecho para demostrar el real estado psíquico de Vilma entonces por lo que se ignora si guiaba o no sus actos en el crucial momento en el que germinó la reacción Pero el abogado va más allá sostiene que además no hay pruebas definitivas de que ella sea la homicida Y que sólo con ellas se puede demostrar que alguien no es inocente Que no se hayan encontrado elementos que imputen a alguien ajeno a la casa dice el abogado Jorge Cipolloni no implica que haya indicios claros contra ella".
Crímenes imperceptibles
Una reciente novela policial de Guillermo Martínez hace una analogía entre la matemática y la criminalística ambas formulan conjeturas y ambas precisan de la demostración para probarlas Pero muchas veces hay una enorme grieta dice el autor entre lo verdadero y lo demostrable O una diferencia entre la verdad y la parte de verdad que puede demostrarse Lo que suele alejar de la verdad a los matemáticos razona un personaje de la novela es que siempre nos gusta tener la sensación de que podemos decir algo con sentido Y que sólo nos formulamos las preguntas para las que tenemos algún modo parcial de demostración
Esa fatal limitación -buscar decir algo con sentido y hacerlo con el modo de demostración conocido- en la novela conduce siempre al mismo punto: la explicación falsa. Porque entre lo verdadero y lo demostrable puede haber una brecha. Como también puede haber una gran distancia entre lo que pasó y lo que se pueda demostrar que Vilma hizo. Ese es el cometido de la Justicia ahora que el caso está a punto de cerrarse. No habrá en cambio juicio ni imputados por ese silencio que, dice ella, la tuvo amarrada toda la vida.
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Fotos
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Vilma Arzani tiene 56 años y es soltera.
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