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martes,
09 de
enero de
2007 |
Los chistes y sus contextos
Quiero responder la columna de opinión de Rabinovich, que firma como Wolpin. Hay chistes que ilustran la retrohumanización (según el padre del psicoanálisis, expresan y disfrazan verdades), pero hay “lugares” (de identidad diría Marc Augé) y oportunidades para decirlos o compartirlos. Le pido disculpas, porque padezco un estado “alérgico” provocado por tantos “docentes” mediáticos, como la Rampolla y otros “expertos”, promotores de vínculos y estímulos perversos. Además asisto abusos sexuales (genitales, acústicos y retinianos) que padecen o relatan niños y púberes, abortando sus crecimientos, maduraciones e ilusiones. Refiriéndose al libro del Exodo, capítulo 20, versículo 17: “No desearás su mujer, ni esclavo, ni esclava, ni buey, ni asno”, usted escribe: “Si bien esto nos inhibe de codiciar lujuriosamente a los servidores y animales ajenos, dígame, ¿dónde se menciona a la hija del prójimo? O al hijo, según sean sus preferencias. Además, esta alternativa contaría con una ventaja: que la hija _siempre que pese más de treinta kilos y que, sentada en una silla, los pies lleguen al piso_ debería, casi seguro, ser un fruto más codiciable que la mujer del prójimo. ¿Usted quiere saber por qué me expulsaron del seminario rabínico? Otro día le cuento”. Los diarios del día anterior justamente daban cuenta de la terrible decisión que debieron tomar los padres de una niña de 9 años que padece una encefalopatía grave aceptando extirpar su útero, mamas y detener el crecimiento para mejorar la calidad de vida futura y “preservarla de posibles abusos sexuales, que muestran las estadísticas actuales”. Además, en esta época, tan bien ilustrada por el film “Belleza Americana”, es fácil seducir y prostituir, jovencitas confundidas y “adobadas” por ausencias “paternas”. Los que defendemos el crecimiento humano, necesitamos gente, con su nivel intelectual, para que nos ayude a prevenir las múltiples vejaciones, que padecen tantos niños y adolescentes.
Mirta Guelman de Javkin
N. de la R.: La lectora se refiere a la nota firmada por Samuel Wolpin titulada “No codiciar la mujer del próximo” y publicada el sábado pasado en este diario.
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