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 sábado, 23 de diciembre de 2006  
Editorial
La búsqueda de Bruno

Encomiables han sido los esfuerzos realizados por la Justicia para detectar al chico misteriosamente desaparecido en La Florida hace casi una década. El último de los intentos en pos de su hallazgo es la difusión de una imagen digitalizada de una potencial cara de Bruno en la actualidad. La esperanza es cada vez más pequeña, pero aún no se diluye.

Ya pasaron casi 10 años desde que Bruno Gentiletti desapareció sin dejar rastros mientras disfrutaba junto a su familia de una jornada de playa en el balneario La Florida, episodio ocurrido el 2 de marzo de 1997. Aunque una de las hipótesis más razonables es que el chico se ahogó en el Paraná y que su cuerpo probablemente quedó atrapado bajo las gigantescas tapias que por esos días abundaban en el río producto de una descomunal crecida, su familia nunca se resignó a aceptar esa idea y aún busca saber qué fue de Bruno con la fuerte convicción de que sigue vivo y que alguien se los arrancó.

Pues bien: la investigación del caso, que desde el primer día está a cargo del juez correccional Edgardo Bistoletti, suma ahora un nuevo episodio. Es que el magistrado, haciéndose eco de un insistente pedido de los padres de Bruno para que la búsqueda continuara, acaba de anunciar para los próximos días la difusión pública de una imagen digitalizada que intentará mostrar cómo sería el rostro del chico hoy, cuando ya tendría 18 años. La idea es que si Bruno está en alguna parte, como intuyen sus padres, algún testigo pueda reportarlo y ayudar así a encontrarlo.

Se trata de una medida ciertamente novedosa, que se suma a muchas otras tomadas a lo largo de una década por el juez Bistoletti, siempre con el objetivo de dilucidar qué ocurrió con Bruno aquella lejana mañana del verano de 1997, cuando la familia Gentiletti llegó desde Las Rosas con la idea de pasar una jornada distinta. Como el mismo magistrado ha dicho en los últimos días, hasta ahora ha hecho "lo ortodoxo y lo no ortodoxo" para tratar de encontrar una explicación a la desaparición del chico. No exageró, y contrariamente a lo que ocurre tantas veces, si hasta ahora no tuvo éxito no fue porque no lo persiguiera sino porque la intensa búsqueda no ha dado resultados.

Aunque se trata de un esfuerzo encomiable del juzgado, que sin dudas cumple con su deber pero además comprende la necesidad de los padres de llegar a la verdad sobre lo que ocurrió con el chico y por lo tanto sigue adelante con la búsqueda, no parece razonable depositar en esta última medida expectativas desmedidas. Es que la imagen de Bruno (la real, cuando contaba con ocho años, aquella en la que se lo ve con la camiseta de Boca) ya ha circulado por todo el país en los envases de productos de consumo masivo como la yerba mate, y sin embargo nunca redundó en ningún reporte serio de testigos que lo hubiesen visto y reconocido.

Al margen del éxito o el fracaso de este nuevo intento, queda la convicción de que los padres de Bruno nunca podrán estar en paz si el destino de su hijo no se aclara, pero también la sensación de que en la medida en que no aparezca, la explicación más aceptable sobre su desaparición seguirá siendo que probablemente entró al río, se ahogó y las aguas se lo tragaron. Claro que probarlo dependerá mucho más de la naturaleza que de cualquier pesquisa judicial.
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