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sábado,
23 de
diciembre de
2006 |
Reflexiones
Aprender de los errores
Juan Carlos Millet (*)
Desde 1995 hasta el presente tuve la responsabilidad de coordinar por la Unión Cívica Radical los acuerdos que se hicieron con el socialismo y con otras fuerzas para intentar vencer al justicialismo en la provincia y cerrar este largo estancamiento en el que nos mantienen sus gobiernos. Quiero destacar que siempre fue producir un cambio en la provincia la cuestión central de las alianzas y no el tirarse un lance en la elección agregando partidos en una boleta.
¿Qué necesita Santa Fe para producir un cambio? reglas de juego claras para determinar transparentemente objetivos compartidos y responsabilidad para llevarlos adelante desde el gobierno. Durante años tuvimos lo contrario: reglas de juego que se torcían o directamente se cambiaban para justificar las decisiones de un grupo de dirigentes que repartía privilegios y postergaciones según le sirviera a sus propios intereses políticos.
Mi rol en el armado de nuestras alianzas en seis elecciones, siempre estuvo en el diseño de procedimientos que marcaran la diferencia desde el inicio. Procedimientos que acordados por los integrantes del frente, sirvieran para cambiar el modelo de gestión que asfixia esta provincia. Por eso nadie puede afirmar -sin mentir descaradamente- que alguna vez mi participación en la política ha sido funcional al justicialismo. Basta recorrer las crónicas de cada una de aquellas seis elecciones para verificar mi compromiso con el cambio de color político en la provincia. Ni en éste ni en ningún otro proceso electoral, escatimé jamás mi tiempo y mi esfuerzo a la consolidacion del frente integrado por la UCR y el socialismo. Y también basta recorrer las crónicas de cada elección para verificar que no siempre fuimos muchos los que, desde el radicalismo, trabajamos en la implementación de los acuerdos que hacen posible un frente entre fuerzas políticas diferentes.
Aunque parece una obviedad debo remarcar que eso son la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista: organizaciones políticas diferentes. Organizaciones políticas que establecen acuerdos porque encuentran objetivos comunes para este momento de la provincia y porque tienen la posibilidad de unir sus fortalezas y minimizar sus respectivas debilidades. Pero de no dejar claramente establecidas las pautas de funcionamiento en común, también podrían potenciar sus debilidades y dilapidar sus esfuerzos.
El radicalismo y el socialismo son organizaciones políticas distintas. Los radicales tenemos otros mecanismos para tomar las decisiones; con ellos extendimos territorialmente nuestras estructuras partidarias y logramos sostenerlas en el tiempo. Nuestros militantes y afiliados conducen exitosamente el gobierno de un gran número de localidades y ciudades en toda la provincia. El radicalismo es esa experiencia colectiva hecha partido. Hay éxitos individuales pero no son más que eso -individuales- sin nuestra estructura orgánica de funcionamiento. Solos no pueden alcanzar los objetivos del conjunto. Ya lo hemos visto anteriormente y basta mencionar el ejemplo de Usandizaga, individualmente exitoso pero dilapidando su capital político, entre otras cosas, por su desconsideración hacia los demás integrantes de la Alianza.
No puedo menos que advertir que hoy podemos repetir sus mismos errores. Lo que digo impacienta a quienes solían subirse a las campañas electorales cuando el diseño organizacional estaba concluido y terminado el trabajo de consensuar los acuerdos, porque esta instancia puede parecerles una cuestión menor. Sin embargo es crucial. Lo sostengo ahora como lo sostuve en las seis elecciones anteriores.
Quiero un cambio de rumbo para la provincia y creo que se dan las condiciones como para lograrlo actuando mancomunadamente con otros partidos como el socialista. Pero mi compromiso con la política es con el radicalismo y no es coyuntural. Hay buenas razones por las que toda mi vida he sido militante de un partido político honorable y democrático como la Unión Cívica Radical. Considero que la UCR de Santa Fe tiene méritos más que suficientes como para sostener su vocación de poder. No quisiera verla sumada sin ninguna ponderación en un frente donde se agregan como si fueran lo mismo, el PC y Zancada, el ARI y el PDP, el kirchnerismo de Brignone y el anti Kirchnerismo de Giustiniani y el peronismo de Pampa Sur de Alarcón. Algunos radicales nos oponemos a esta forma de construir y por eso somos objeto de ciertos operativos.
Con un sentido de la oportunidad propio de un ave de rapiña, alguien dice que yo conspiro contra el frente. Es una afirmación que contradice todo el esfuerzo que realicé para que el Frente sea posible ahora y durante once años. Parece que no importa. Mientras se rompen los pactos que trabajosamente hicimos hace dos años para mejorar la proyección de Binner a la provincia, el operativo está en marcha y tiene un motivo evidente: agrietar al radicalismo y obligarlo a someterse a una estrategia que va en contra de sus intereses y su historia.
Por cuestionar esta metodología los operadores del socialismo me tildan de "radical rupturista". Nada más injusto: soy representante del radicalismo en las conversaciones y lo que defiendo es la posición adoptada orgánicamente por la convención provincial. ¿Eso es ser rupturista?. ¿Acaso esperaban que defienda a la junta ejecutiva del socialismo contra lo que decidió la UCR? ¿Acaso esperaban que acepte que el radicalismo renuncie a tomar sus propias decisiones, porque hay una encuesta con buena intención de voto para Binner?
Muchos radicales y yo, no creemos que eso sea bueno para el Frente que acordamos integrar hace apenas un par de años.
Esta cuestión se lleva aparatosamente a los medios como si fuera una arbitrariedad de mi parte y ahora se pretende que el Frente es una sumatoria de partidos sin afiliados, militantes sin partido, organizaciones que en algunos casos no existen más que en un renglón de los diarios. Para aumentar la presión, a estos recién llegados se los pone a opinar con la misma autoridad que la Convención Provincial de la UCR. Convención que, con asistencia completa y por unanimidad, había definido su candidato, tal como se acordó con el socialismo en la carta fundacional del frente.
Como un edificio que se construye desde los cimientos hacia el techo, para hacer un frente programático es necesario ir completando ciertos procesos: definir las pautas de integración, formar los grupos técnicos, diseñar un plan de gobierno compartido y luego de aprobado, invitar a otras fuerzas políticas y sociales a sumarse. Aquí no hemos logrado que se reúnan los equipos técnicos de la UCR y el PS, que son los dos partidos fundadores del Frente. Tampoco hay todavía un plan de gobierno. Pero el PS de manera unilateral e inconsulta, ha incorporado a otras fuerzas a sumarse a una organización de la cual solo es una parte.
Reglas de juego claras, transparencia, objetivos compartidos y responsabilidad. Si no tenemos eso en el armado de esta organización política plural. ¿Cómo habríamos de tenerlo luego en el gobierno, si se diera el caso de ganar las elecciones? Obviamente solo seríamos más de lo mismo. La historia nos muestra las debilidades de los frentes electoralistas que, aún ganado los comicios, no pueden luego gobernar las situaciones que les toca enfrentar. Personalmente creo que seria más inteligente aprender de los errores.
(*)Diputado provincial
Vicepresidente Comité Provincial UCR
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