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 sábado, 23 de diciembre de 2006  
Evo y la ruta indígena que hasta ahora nadie siguió

Lima. - Cuando en diciembre de 2005 los bolivianos optaron en las urnas por un presidente indígena, algunos analistas creyeron que el ejemplo podría extenderse al Perú o sobre todo a Ecuador, los otros dos países andinos con gran componente indígena en la población. El año 2006 se encargó sin embargo de desmentir esos vaticinios precipitados, pues en Ecuador la candidatura de un indígena tuvo un magro resultado, mientras en el Perú ni siquiera surgió alguna organización propia con posibilidades remotas como alternativa de poder. Y es que la situación en los tres países es distinta y no admite simplificaciones. En Bolivia, donde ahora gobierna el aymara Evo Morales, los nativos tienen desde tiempo atrás un rol protagónico en el movimiento social, en los sindicatos, en la cultura alternativa y en los partidos de izquierda, a lo que ayuda además su mayoritaria presencia en la sede de gobierno, La Paz.

Este año, por fin, los indígenas bolivianos tuvieron como presidente a uno de los suyos. El de Morales no es un gobierno que pueda definirse como estrictamente indigenista, sino de reivindicación de aspiraciones populares. Pero en un país donde indígena y pobre son casi sinónimos, la línea divisoria entre uno y otro fenómeno es muy sutil.

Quizás entusiasmados por el logro de Morales, los nativos ecuatorianos decidieron participar con candidato propio en las elecciones de este año. Pero el presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas, Luis Macas, obtuvo apenas un 2% de votos, es decir, una vigésima parte de lo que según los propios nativos es su población. Lo que parece haber ocurrido entonces es que buena parte de los indígenas dirigieron sus votos hacia el izquierdista Rafael Correa, a la postre ganador de los comicios.

Correa, que será presidente desde enero, es muy cercano a la población indígena de la sierra por trabajos realizados en el pasado. Incluso habla en quechua en los discursos que da en esos poblados. Su programa incluye varios puntos defendidos por los indígenas, como dotación de servicios básicos, educación, vivienda, subsidios, posiciones nacionalistas, aversión al libre comercio con EEUU o la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

En el Perú resulta evidente que, a falta de candidatos propios, los indígenas apoyaron en las elecciones presidenciales al militar en retiro nacionalista Ollanta Humala, quien se impuso con holgura en los Andes sureños, donde quechuas y aymaras forman mayoría. A pesar de sus rasgos físicos y de su nombre quechua, Humala no es lo que podría llamarse un indígena. Es más, en el poblado de Cora Cora, de donde proviene, a su familia se le considera "blanca" por ser propietaria de tierras y tener una buena situación económica. Tampoco el movimiento del ahora ex candidato podía definirse como indigenista, sino más bien como una amalgama de ofertas populistas.

Ya en noviembre, apenas cinco meses después de las elecciones generales, el sur andino le dio la espalda a Humala y sus candidatos fueron barridos en los comicios regionales y municipales, lo que parece dar la razón a quienes pronosticaban que su arraigo era coyuntural. (DPA)
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