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 sábado, 23 de diciembre de 2006  
Vecinos enfrentados. La protesta en la vías dividió a quienes reclaman ayuda y los que buscan que se libere el tránsito
Comerciantes reaccionaron y levantaron un piquete
El corte en Arijón y Flamarión volvió a la tarde sin quema de neumáticos, pero una custodia policial los disuadió a la noche

No fueron los policías sino los comerciantes del barrio. Tomaron el toro por las astas y desarmaron ayer un piquete que llevaba 36 horas cortando el tránsito automotor y ferroviario. Decían estar "hartos" de los perjuicios que la protesta les estaba causando ante la drástica reducción de las ventas en una época clave como la de las fiestas. Las vías de Arijón y Flamarión, en la zona sudoeste de Rosario, terminaron siendo el escenario de una pelea entre vecinos: unos protestaban para recibir ayuda social y otros pretendían trabajar sin ser molestados.

Eran aproximadamente las 10 cuando los propietarios de los negocios de la zona actuaron por mano propia y desarticularon la quema de neumáticos. No obstante, pasadas las 14, la manifestación volvió. Esta vez, el corte se logró al atravesar sobre las vías una larga bandera argentina. Unas 50 personas, entre las cuales había muchos chicos, volvieron a adueñarse del lugar. Se trata de los habitantes del predio conocido como Fuerte Apache, un lugar donde la pobreza extrema forma parte de la vida cotidiana. Así, y mientras el día se moría, la policía se adueñó del lugar para prevenir cualquier desborde nocturno. Como corolario, el corte se levantó, aunque los manifestantes prometieron volver hoy.

Durante la mañana, el denso humo del caucho y los trapos, más los rumores de robos y la imposibilidad de que circule el tránsito, colmaron la paciencia de los comerciantes y trabajadores del barrio, y fueron ellos mismos quienes decidieron agruparse para terminar con el fuego ante la mirada atenta de la policía.

Muchos directamente cerraron las puertas de los negocios y se unieron con sus pares para enfrentar a los piqueteros. Pero la situación no pasó a mayores; más allá de los empujones, insultos y corridas, aparte de varias amenazas y, al parecer, la exhibición de armas.

Los comerciantes terminaron de apagar la densa humareda con baldes y otros recipientes cargados con agua que caía sobre el asfalto resquebrajado por el calor de las gomas. Las cenizas, la suciedad y el calor se hacían sentir mientras la policía, como mediadora, intentaba acercar posiciones.


Ausentes
Mientras tanto, los funcionarios municipales y provinciales brillaban por su ausencia, aunque después aparecieron. Curiosamente, la falta de respuesta unió criterios. En uno u otro sector no dudaban en decir: "Esto es todo político, quieren prender la chispa en Rosario para que se queme todo".

Cada cual, con sus argumentos, mostraba sus razones y también sus miserias. Los comerciantes preguntaban quién les pagaría los días perdidos, mientras que los piqueteros esgrimían que querían pasar las fiestas "lo más dignamente posible".

El líder de la protesta, apodado Flecha, aseveró que se estaba reclamando por los bolsones navideños, pero también por "una pensión para un discapacitado, materiales para dos casas que se quemaron, y chapas y tirantes por las roturas que provocó la tormenta de granizo del 15 de noviembre".

En ese punto, un comerciante lo silenció y espetó: "Sí, faltan chapas, pero porque las vendían a diez pesos". Nadie retrucó.

Flecha insistió en que había hablado con el secretario de Gobierno municipal, Juan Carlos Zabalza, a quien se le pidieron 300 bolsones navideños. Se les ofrecieron 180. Desde temprano circulaba el rumor de que funcionarios llegarían al lugar para solucionar el conflicto. Pero se hicieron esperar.

Recién pasadas las 15, arribaron referentes de Promoción Social de la Municipalidad y de Promoción Comunitaria de la provincia. Durante una áspera conversación, el referente del gobierno santafesino hizo un ofrecimiento que no fue aceptado.

"¿Cuánta plata le dieron a los de Barrio de Pie, a la Corriente Clasista y Combativa y a todos los que hacen que tienen centros comunitarios que en realidad no existen? Lo que no tienen es cara", acusó Cecilia, otra de las dirigentes de la asamblea piquetera.

En ese momento, uno de los comerciantes que siguió de cerca la discusión cuestionó la presencia del representante provincial. "Si vos no podés resolver nada, que manden a otro que sí lo haga", dijo.

Durante las horas de la tarde, el piquete transcurrió en paz aunque con matices de tensión. Las dos partes en conflicto llegaron a un acuerdo tácito para que no se volviera a quemar cubiertas. Algo que, si bien no se cumplió del todo, no generó rispideces.

La policía había prometido custodia. Una decisión que se cumplió aunque en ningún momento los uniformados intervinieron para desactivar la protesta, en respuesta a las órdenes oficiales. Más allá de que el juez de Instrucción Nº8, Juan José Pazos, dirigió un oficio al jefe de la Unidad Regional II de Policía, Héctor Hermida, para que instrumenten las medidas necesarias a fin de despejar "pacíficamente" el sector ocupado.

La interrupción del tránsito permaneció debido al cruce de la bandera sobre las vías. Sin embargo, algunos manifestantes buscaron volver a encender neumáticos mientras no eran vistos por los comerciantes. Pero apenas lo lograron, los dueños de los negocios los apagaron. La situación se repitió un par de veces generando una tensa calma. Los locales fueron reabiertos pero con sus propietarios en estado de alerta mientras 30 efectivos policiales permanecían expectantes. Pasadas las 22, arribaron los relevos. En total, seis móviles con cuatro hombres cada uno supervisados por dos comisarios. Así, el corte se levantó, aunque para hoy se esperaban nuevas escaramuzas.
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Los dueños de los negocios lograron abrir la avenida Arijón.

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