Año CXXXVII Nº 49331
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Escenario


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 17/12
Mujer 17/12
Economía 17/12
Señales 17/12
Educación 16/12
Estilo 16/12
Salud 13/12
Autos 30/11
Página Solidaria 29/11
Chicos pero grandes 11/11

contacto

servicios
Institucional

 viernes, 22 de diciembre de 2006  
Viajeros del tiempo

Guillermo Zinni / La Capital

Niños y pedradas. Indefectiblemente todos los días hábiles los niños de la escuela provincial de la calle Laprida entre Montevideo y General López se paran en la calle Montevideo entre Buenos Aires y Laprida y con marcado afán se entretienen en apedrear el edificio del Liceo Argentino, en cuyo patio no pocas veces caen cascotes de dimensiones considerables y que podrían ocasionar algún perjuicio entre los pupilos de ese establecimiento que precisamente a esa hora se hallan en el recreo. Llamamos la atención de las autoridades para que impida la repetición de estos hechos desagradables.

Del mostrador a la cama y de vuelta al mostrador. Si alguna reclamación de la clase trabajadora debe ser atendida preferentemente ésta es la del descanso dominical, asueto tan imperiososo como la necesidad del diario reposo dedicado al sueño, elemento necesario para que el organismo humano funcione con regularidad. Después de una extenuante jornada de 12 o 14 horas de trabajo no basta dejarse caer brutalmente en el lecho para reponer las fuerzas agotadas y después volver todavía somnoliento a empezar otra jornada. También se necesita otro refrigerante distinto al sueño para retemplar los ánimos y hacer la vida agradable. Vivir sólo para trabajar no es vivir, y si no fuera por la esperanza que abrigan los trabajadores de mejorar su posición sería imposible sostener ese sometimiento. Entre todos los gremios el más afectado es el de dependientes de comercio, para quienes no existen días festivos, descanso para las comidas ni una jornada moderada que les permita esparcimiento más allá de las horas del dormir. Del mostrador a la cama y de ésta de vuelta al mostrador otra vez. Así viven millares de jóvenes con la esperanza de un futuro mejor, esperanza que muy pocos llegan a realizar.

Vagabundaje infantil. Da grima en verdad ver a esas criaturas harapientas que jadean de tranvía en tranvía, que pregonan la mercancía callejera de ruin ganancia, que encharcan su cuerpo en el fango de la vía pública y envician su temperamento con las corruptelas de la vida ineducada, sin ejemplos saludables ni moral alguna. ¿Qué hacer? El doctor Miguel Cané recuerda que está pendiente la sanción de diputados de un proyecto de ley ya aprobado por los senadores que reglamenta el trabajo de la niñez en las industrias y en la calle. Pero el vagabundaje infantil no desaparecerá por esto, ya que además de la carrera por el centavo su existencia estriba en las enormes deficiencias de las viviendas del proletariado. El conventillo o mata a las criaturas o las arroja a la calle, donde los vicios ayudan a expandir las energías vitales de los pequeñuelos. Hay que destruir, hay que pulverizar el conventillo por antihigiénico, por inmoral (lo es tanto o más que la calle) y porque en él no cabe la niñez que necesita mucho aire, mucha luz, mucho espacio para dar a sus miembros la agilidad y el crecimiento necesarios. Instamos a la comuna para que arbitre los medios necesarios para destruir el conventillo, único medio de poder correr de las calles a los menores que hoy pululan por ellas dando una nota desagradable y corrompiéndose en cuerpo y alma.

Investigación y realización Guillermo Zinni ©

La Capital 1900/1905
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

Notas Relacionadas
Imágenes del novecientos

Efemérides

En el aula



  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados