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 viernes, 22 de diciembre de 2006  
"El árbol", el filme argentino elegido para el festival de Tribeca

Buenos Aires.- La película argentina “El árbol”, un bellísimo filme de Gustavo Fontán, que invita a reflexionar sobre el paso del tiempo y describe momentos de una pareja que discute sobre la conveniencia o no de cortar un árbol, fue seleccionada para participar del próximo Festival de Cine de Tribeca, Estados Unidos.

La película de Fontán, cuyo estreno en Buenos Aires está previsto para el 1 de febrero de 2007, se verá en la sección Documentales de la sexta edición del prestigioso festival creado por el actor y director Robert De Niro, que se desarrollará en Nueva York entre el 25 de abril y el 6 de mayo próximos.

“El árbol” fue exhibida la semana pasada durante la muestra de cine europeo y argentino Pantalla Pinamar y antes había competido en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici) y participado en el Festival Internacional De Cine de Polonia, entre otros certámenes.

En este documental con recursos ficcionales el director se inspiró en la poesía de Juan L. Ortíz para retratar a sus padres en su casa de la localidad bonaerense de Banfield, donde pasan sus días discutiendo sobre cortar o no una vieja acacia que amenaza con caerse frente a la puerta de su hogar.

Durante un año y medio de rodaje, la cámara de Fontán acompañó a sus familiares en sus rituales cotidianos, en sus diálogos y sus silencios, y extrae de sus actos mínimos la misma delicadeza metafísica que recorre la obra de Ortíz.

“Esta es esencialmente una película sobre el paso del tiempo. Me parece que toda la película es memoria. Memoria más cercana y memoria más lejana. En la casa de mis padres buscamos imágenes, objetos y sonidos que estaban estrictamente en mi memoria”, indicó el cineasta en diálogo con Télam.

-¿Y cómo se planteó filmar esas cosas?

-Sabíamos que íbamos a mirar lo cotidiano, pero que había que mirarlo de tal manera que pudiera trascender. Nos parecía que sin exhuberancias, ni demasiadas pretensiones, la mirada debía ser poética. Es decir, cargar de belleza lo cotidiano o encontrar la belleza que tiene. (Télam)
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