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 sábado, 11 de noviembre de 2006  
Sistema Montessori: vigencia de una pedagogía centenaria
El método, que cumplirá 100 años el próximo 6 de enero, funciona en 8 mil escuelas de distintas partes del mundo

Florencia Rodríguez Leaniz (*)

María Montessori (1870-1952) desarrolló el mundialmente reconocido Método Montessori que el próximo 6 de enero cumplirá 100 años de existencia. En otras partes del mundo es una pedagogía muy difundida a través de más de 8.000 escuelas, tanto en el sistema público como en el privado, pero en Argentina poco se la conoce y recién en el 2003 se funda la Asociación Montessori Argentina, una entidad civil sin fines de lucro.

A lo largo de 100 años de desarrollo, el Método Montessori se ha consolidado como una propuesta de aprendizaje integral, que se basa en conceptos fundamentales como el de independencia con límites, el amor por el orden, la responsabilidad, el movimiento, la posibilidad de elección, y expone al niño a conocerse a sí mismo. Todos estos conceptos parecen obvios y se da por sentado que son los pilares de cualquier institución, pero la realidad suele mostrar lo contrario.

María Montessori reflexionó sobre los problemas de la sociedad de su época, la violencia, la opresión, la pobreza, la extrema riqueza, la injusticia, la guerra, los mismos problemas que estamos sufriendo en este siglo. Y creía que la única manera de crear un cambio en la sociedad era enfocándose en la educación de los niños ya que lo que absorben durante los primeros años de vida, formará parte de la personalidad del adulto del mañana.

Las mismas instituciones educativas están sufriendo actualmente un grave problema a nivel mundial: la violencia. Desconcertado con esta situación educativa, en el 2004, el gobierno del Reino Unido decidió convocar a un grupo de docentes Montessori del sector privado para intentar encontrar una solución definitiva. Comenzaron con una de las escuelas con mayor problemática en Inglaterra, la Gorton Mount Primary School, de Manchester. Desde el comienzo del proyecto se han logrado notables mejoras tanto en la disciplina como en el rendimiento académico de los alumnos, y el gobierno inglés está analizando la posibilidad de adoptar la filosofía Montessori en todo el sector público de la enseñanza.

Para educar al niño para una sociedad de bien, Montessori propone la creación de un ambiente donde el niño pueda desarrollar todas sus capacidades innatas. Este medio satisface su necesidad de aprender y de absorber el entorno que lo rodea de una forma inconsciente.

“Está en la naturaleza del niño dirigirse energéticamente hacia la obtención de la independencia. Esta innata conquista por la independencia comienza en el momento de la vida misma”. Es por eso que el rol docente es guiar al niño en esta búsqueda de independencia proveyéndolo de actividades físicas y psíquicas que satisfagan sus necesidades.

Muchas veces la posibilidad de elección que Montessori propone, o la independencia misma dentro del aula, puede ser desafiante para el docente, que no ocupa un lugar dominante en el frente sino que es un observador que guía a los niños en proyectos individuales. Montessori cree que la obediencia se logra cuando el niño es su propio maestro y puede regular su conducta, un aspecto tan fundamental para toda la vida. El rol del maestro es disciplinar para la actividad, el movimiento y la elección y no para la pasividad y la inmovilidad.

María Montessori decía que “la primera idea que debe adquirir un niño para ser activamente disciplinado es la diferencia entre el bien y el mal; y la tarea del maestro consiste en ver que el niño no confunda el bien con la inmovilidad ni el mal con la actividad”. En un “ambiente Montessori”, los niños interactúan con objetos y situaciones reales y se sumergen en una actividad ordenada y maravillosa, porque su mente está razonando.

En el ámbito local, las prácticas pedagógicas más cercanas a este enfoque fueron desarrolladas por las hermanas Olga y Leticia Cossettini, quienes en su paso por la Escuela Domingo de Oro de Rafaela y la Escuela Gabriel Carrasco de Rosario, entre los años 30 y 50, desarrollaron una experiencia educativa paradigmática que denominaron Escuela Serena.

A partir de la influencia de diversas corrientes, como la de María Montessori o la de John Dewey y de la correspondencia mantenida en la lengua materna de su padre con personalidades italianas como Juan Gentile, las hermanas Cossettini pusieron en práctica muchas ideas renovadoras, situando a los niños no como espectadores sino como protagonistas del aprendizaje.

(*)Educadora de la Asociación Internacional Montessori


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