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 sábado, 11 de noviembre de 2006  
Agroindustria. Qué le ven al mercado lácteo los nuevos inversores del sector
Soros y Sancor, las dos caras de un negocio
El magnate húngaro está en plena expansión, mientras la cooperativa pasa por una severa crisis

Con la compra del 62,5% del paquete accionario de la firma láctea Sancor, con su establecimiento principal en Sunchales, Santa Fe, y en una operación de unos 120 millones de dólares, Adecoagro, la firma de George Soros, compra la estructura industrial láctea más importante del país.

  Las instituciones fundadoras de Sancor eran pequeñas empresas dedicadas a la elaboración de crema y caseína. Por consiguiente, el fin primario de su unión fue la elaboración de manteca. Entre las fundadoras se cuentan la cooperativa de tamberos de Sunchales, de Ataliva, de Raquel, Colonia Frías, Las Tres Colonias, Unidos Wavelberg, Las Palmeras, Las Dos Provincias, Tacurales, Virginia y La Bonita, entre otras.

  El acuerdo para la conformación de Sancor ocurrió en Sunchales, en 1938. En 1940 operó la primera fábrica. A partir de allí, las cooperativas diseminadas en una vasta región que comprendía varias provincias se sumaron con resultados positivos. Actualmente está conformada por 70 cooperativas que representan 2.300 productores.

  Los establecimientos de Sancor suman capacidad de procesamiento de 6.230.000 de litros de leche por jornada. Está constituida por 17 complejos industriales que incluyen los procesos de elaboración de manteca, quesos, leche refrigerada, crema, yogur, postres y flanes. La empresa tuvo una facturación de 1.452 millones de pesos según el último balance de 2005 y la deuda a consolidar era de alrededor de 167 millones de dólares. Sorprende por lo tanto el precio al cual la compañía fue vendida, apenas 120 millones de la moneda norteamericana.

  El peso de esa deuda histórica más la crisis llevó a la cooperativa a una situación extremadamente complicada. En este marco aparecen George Soros y su firma Adecoagro, que vienen de una historia totalmente distinta. El magnate húngaro volvió a invertir en el sector agropecuario del país luego de la devaluación e inició un impresionante raíd de compras de campos, adquiriendo cientos de miles de hectáreas a los grupos Pérez Companc y Pilagá.

  Lo hizo a través de Adeco, sociedad de Soros y el grupo norteamericano Halderman Farm con inversores argentinos como Quentin-Caraballo. Sus más recientes horizontes de expansión son el etanol y la lechería. El proyecto de bioetanol en Venado Tuerto está asociado al negocio lechero, ya que apuesta a integrar en el mismo esquema la explotación tambera en base a un megarrodeo estabulado único en el país.

  Con plata fresca en un país con activos devaluados, Soros forma parte de los nuevos jugadores del mercado lácteo que están desplazando a los tradicionales. Mientras empresas como Sancor y La Serenísima se debaten en su crisis, y muchos tamberos ven desaparecer sus explotaciones por falta de rentabilidad, el sector fue en los últimos años uno de los que más inversiones receptó.

  Un conjunto de empresas internacionales, como Saputo, Fonterra, Arla y Borgrain, y otro grupo de empresarios nacionales que basaron su negocio en la exportación de leche en polvo irrumpieron con proyectos de expansión.

  Ese fue motivo por el cual el año pasado se disparó una competencia por la materia prima que terminó con la intervención del gobierno a través de sucesivas medidas: quita de reintegros, aumento de retenciones y acuerdos de precios en el mercado interno. En medio de estas disputas, que alimentan además una nueva relación de fuerzas entre el sector industrial y la producción primaria dentro de la cadena de valor, el negocio en general no parece ir tan mal como la están pasando algunos de sus protagonistas.
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La lechería está que hieve, pero algunos la ven con potencial de crecimiento.

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