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jueves,
09 de
noviembre de
2006 |
Editorial
Colectividades, espacio de identidad
La 22ª edición del tradicional Encuentro reedita el atractivo que lo ha caracterizado desde sus inicios, definido por la poderosa impronta popular. Y en uno de los stands, el de la Dirección Nacional de Migraciones, muchos rosarinos protagonizan un impensado encuentro con sus raíces, que se mezclan con las de la propia ciudad.
Rosario continúa su camino hacia adelante. Después de haber aflorado exitosamente de la crisis más grave que recuerde la historia nacional, la ciudad no deja de dar pasos tan positivos como constantes y, para muchos, completamente inesperados. El ámbito de sus realizaciones excede con largueza el plano de lo material y se posiciona nítidamente sobre el terreno de la cultura. Cada vez más dueña de sí misma en ese sentido, segura y consciente de la riqueza sobre la cual se sostiene el trabajo de sus creadores, la urbe ha aprendido a buscar en sus fuentes más hondas para encontrar las respuestas que necesita. Y entre esos manantiales se halla la inequívoca marca plural que late en su origen, tan bien reflejada en uno de sus acontecimientos populares más trascendentes: la Fiesta de las Colectividades.
Mientras la multitudinaria concurrencia que la caracteriza año tras año pasea distendida y se deja seducir fundamentalmente, tal cual ya es costumbre, por la variada y sabrosa oferta gastronómica, un servicio que se presta de manera gratuita atrae a numerosos visitantes: en el stand de la Dirección Nacional de Migraciones está abierto a las consultas el banco de datos que contiene la información relacionada con los inmigrantes que arribaron al país a través del puerto de Buenos Aires entre 1882 y 1929.
Sin dudas, se trata de una posibilidad apasionante: conocer cómo y cuándo ingresaron a estas costas los abuelos y bisabuelos de muchos. La respuesta de la gente proporciona claras señales del atractivo que representa este contacto directo con un pasado que suele ser olvidado en el vértigo de la cotidianidad: el año anterior cinco mil personas visitaron el stand y este ya han sido setecientos quienes satisficieron su curiosidad gracias a este minucioso relevamiento realizado por el Estado.
Y es que la información que se encuentra al alcance de quien la desee posee elogiables dimensiones: nombres, apellidos, buque, puerto desde el cual zarpó la nave, nacionalidad, edad, estado civil, profesión, religión, ciudad de nacimiento, año de ingreso a la República Argentina y familia figuran en la amplia base de datos, que ha sido elogiada por visitantes extranjeros.
El interés que despierta es fiel espejo de la identidad rosarina: multiforme, compleja, vinculada esencialmente con aquellos que bajaron de los barcos y de inmediato, a partir de la fuerza de su trabajo, comenzaron a construir bien desde abajo una de las ciudades con mayor personalidad de toda la Nación: Rosario, hija de su propio esfuerzo y cada vez en mayor posesión de su futuro.
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