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jueves,
09 de
noviembre de
2006 |
Viajero del tiempo
Rosario 1900/1905
Hallazgo milagroso de la Virgen del tropezón Varios personajes conocidos se encontraban de vacaciones en un hotel disfrutando de las aguas termales en los alrededores del Rosario de la Frontera, en la provincia de Salta. Un día, el señor José Luro, gobernador de la Pampa, propuso hacer un paseo a pie para fatigarse un poco, adquirir buen apetito y dormir bien. La idea fue aceptada por una buena parte de los bañistas, como Vicente L. Casares(1), Julián Martínez, el gobernador Uriburu y otros caballeros, hasta reunir once, más o menos. También el doctor Quirno Costa(2) fue de la partida, y aunque estaba sufriendo un violento ataque de gota, pasado un momento se recuperó y con su habitual buen humor se unió a la comitiva. La pintoresca excursión se hizo a las colonias boscosas, poco distantes del hotel, y los exploradores marcharon en fila, pues la senda no permitía parejas. Se encontraban ya muy internados en el bosque cuando de repente el doctor Quirno Costa tropezó y cayó, dejando oír una enérgica interjección. Varios compañeros fueron en su auxilio y al incorporarlo notaron que la caída había sido producida por un tronco que se hallaba algo enterrado en el centro mismo del sendero. Al removerlo, encontraron que se trataba de un pedazo de madera tallado y cuyos intersticios estaban llenos de tierra. Después de limpiarlo sumariamente notaron que se trataba de una imagen de mujer envuelta en un manto cuyos pliegues denunciaban un arte rudimentario. Poco tardaron en darse cuenta de que se trataba de una imagen de la Virgen como las que adornaban las pequeñas capillas de los jesuitas misioneros. El doctor Quirno Costa, que había caído en tierra quejándose de sus agudos dolores de gota, de pronto se levantó sin señales de ellos, como si hubiera sido tocado por un Penadés(3) divino. El milagro era visible: ¡Quirno Costa marchaba como si jamás hubiera sufrido enfermedad alguna! La imagen fue transportada al balneario y allí, el capellán del establecimiento, reconoció que era de factura antiquísima y de un mérito excepcional. Uno de los bañistas, incrédulo e irreverente, propuso que se llamara la "Virgen del Tropezón", pero el doctor Quirno Costa consiguió que dejaran de lado esas irreverencias y suscribió la primera cuota de 500 pesos para construir una capilla a la nueva Virgen del Rosario.
(1) Vicente L. Casares fue el fundador del primer tambo industrializado con destino a la exportación de lácteos "La Martona". Para instalarlo se pidió, como empréstito, dinero a Inglaterra.
(2) Quirno Costa fue vicepresidente de Julio A. Roca en el período 1898-1904.
(3) El "Divino" Penadés era un charlatán y curandero muy reputado en la época entre la clase alta.
Investigación y realización Guillermo Zinni © Fuente: La Capital
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