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lunes,
06 de
noviembre de
2006 |
Una historia que apela al humor
para plantear temas dramáticos
El director González Gil da una vuelta de tuerca al añejo texto y logra una
obra entretenida y reflexiva
Rodolfo Bella / La Capital
La compañía encabezada por Hugo Arana y Betiana Blum mostró en el Auditorio Fundación Astengo la obra "Filomena Marturano", una pieza que a pesar de los años y las versiones no perdió el atractivo. El director Manuel González Gil eligió privilegiar el costado humorístico de una pieza con un nudo argumental basado en un impulso natural y elemental: la defensa de la propia dignidad y la de los hijos.
Arana y Blum se reparten en partes iguales el peso del drama y la comedia que contiene el texto, y ambos son los vencedores de esa batalla que entabla Filomena contra Domingo. Ella es un personaje de clara desventaja y sin embargo toma una decisión arriesgada para alguien que tiene más chances de perder que de ganar, ante todo, lo que obtuvo en treinta años de convivencia. Pero la mujer intenta ir por más. La impulsa un desafío que supera a la norma tradicional por la cual el hogar y la seguridad se transformaron para ella en una losa que puede sellar bajo su peso algo más importante que las certezas de su vida cotidiana como son su dignidad y su conciencia.
La obra plantea también un problema moral y es si el fin justifica los medios. Más allá del tópico de una madre que lucha por sus hijos, la pieza propone una reflexión que supera el corsé del melodrama y pone a sus personajes fuera del campo de la razón y la especulación de la mayor o menor conveniencia de determinadas acciones y sus consecuencias. La pasión es el segundo motor que mueve a Filomena, una pasión que la lleva a desafiar el poder, en este caso de su pareja y su dinero, con quien pretende casarse usando todas las armas, aun el engaño, con el fin de dejarle a sus hijos un apellido y una historia.
Sin embargo el director eligió tensar con inteligencia la cuerda del humor y le dio un giro al texto, al tiempo que exigió de los actores un trabajo que permitiera variar el registro de forma constante, saltando de la risa a la seriedad, de los gritos al susurro amenazante, de la ironía a la emoción. A pesar de los golpes de timón, las situaciones no resultan forzadas y componen un cuadro sin fisuras en el cual se destacan los trabajos de los dos protagonistas con el respaldo de un grupo actores que acompañan con solvencia la pieza. "Hay cosas que no se deben preguntar, porque tienen respuesta", dice con pesar el personaje de Arana cuando esgrime su derecho a saber cual de los tres hijos de Filomena es también suyo. "Filomena Marturano", aun con sus claros signos de melodrama, supera los clichés y plantea algunas preguntas de difícil respuesta sobre cuestiones vigentes como la dignidad, la discriminación y el derecho a la identidad.
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Arana y Blum proponen una reflexión desde un problema moral.
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