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 lunes, 06 de noviembre de 2006  
Una bandera y una réplica

Desde su fundación La Capital se caracteriza por albergar en sus páginas polémicas suscitadas entre sus muchos lectores. En la colaboración "El misterio de la Bandera de Belgrano" (publicada en la edición del 4 de octubre) creí coincidir con mi hoy crítico (ver carta de lectores firmada por Héctor Omar Lima, publicada el 26 de octubre) en la aspiración de que la bandera/reliquia que se preserva en Sucre (la que algunos consideran fue izada en Rosario en 1812), pudiera ser expuesta en el Monumento. Pero disiento que se le reconozca tal carácter de "original", porque ello es sólo una hipótesis no demostrada a la luz de la crítica histórica. En mi colaboración brindo suficientes argumentos sobre mi posición, a los que me remito. Además, mi contradictor me desafía (y también al Instituto Belgraniano al que me honra pertenecer) a dar cuenta de los esfuerzos realizados para traer esa bandera. Desde su fundación el instituto promovió innumerables gestiones (se extendieron por más de diez años), como ha quedado reseñado en La Capital. Incluso, se consiguió que el presidente Frondizi emitiera un decreto al respecto (Nº 1.285/62) e iniciara tratativas diplomáticas. Muchas otras entidades, personas y gestiones municipales hicieron lo propio; las tengo documentadas. Lamentablemente ninguna obtuvo resultado. Es así que, sin renunciar a tan caro anhelo, hemos de admitir que los bolivianos consideran que esa bandera es la pieza fundacional de su principal museo histórico. Aman y reverencian a esa reliquia como aquella que guió a los altoperuano en procura de la emancipación americana. Por ello es muy improbable de que accedan a cedérnosla. De obtenerse deberá ser exhibida indicando su probable origen, pero aclarando que la historia aún esconde el misterio de cómo fue la primera bandera de Belgrano y que hay otros diseños con similares derechos. Lo que no admito es que mi contradictor haga citas falsas y capciosas de mis dichos. En su carta entrecomilla, como si fuera mi texto, diciendo: sería "histórico que ese trapo descanse en nuestro Monumento". Jamás utilicé el término "trapo" como podrá verse en mi colaboración de La Capital (4/10/06). Es inadmisible aplicar ese vocablo a una bandera por la que dieron su vida miles de compatriotas. Yo no lo hice.

Miguel Carrillo Bascary (presidente de la Junta de Historia de Rosario y secretario del Instituto Belgraniano de Rosario)


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