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 miércoles, 27 de septiembre de 2006  
"La plasticidad neuronal permite actuar sobre los niños en riesgo"

Clarisa Ercolano / La Capital

Potenciar el intelecto infantil en situaciones de pobreza es un desafío que la medicina persigue en épocas de exclusión social. Sobre este tema basó su ponencia el médico cubano Miguel Angel Alvarez González, especialista en neurociencias y jefe del Laboratorio de Neurocognición Infantil de La Habana, que vino al país para participar del Congreso de Salud del Mercosur organizado por el municipio de San Isidro. "La tarea trasciende la medicina ya que requiere del concurso de un grupo de disciplinas que se agrupan bajo el rótulo de neurociencias", explicó Alvarez González a La Capital. "Este trabajo interdisciplinario, que integra la psicología, la pediatría, la nutrición, la neurofisiología y otras disciplinas afines a la biología, tiene éxito sólo cuando se lleva a la práctica de una manera contextualizada culturalmente y dentro de políticas integrales de salud", agrega.

Para evitar que la vulnerabilidad social deteriore la capacidad intelectual de las generaciones futuras, el especialista se basa en dos estrategias: el pesquisaje masivo de trastornos cognitivos en poblaciones de riesgo para intervenir a tiempo, y el uso de las neurociencias como indicador de la eficacia de intervenciones comunitarias. "Ambas estrategias deben ejecutarse dentro de los períodos neurobiológicos en los que se potencian las posibilidades de acción eficaces".

Sin embargo, la vinculación de la nutrición con el intelecto es más compleja. Comienza desde el embarazo con el estado nutricional de la futura mamá, y continúa después del nacimiento, hasta la adolescencia. "Los dos primeros años de vida son de importancia capital para todo el posterior neurodesarrollo; es la etapa de mayor sinaptogénesis y de creación de conexiones interneuronales, que culmina con un período exuberante alrededor de los 24 meses".

Al respecto Alvarez González afirma que los trastornos cognitivos rara vez son fenómenos de todo o nada y que afortunadamente los mecanismos de plasticidad cerebral ofrecen oportunidades temporales para la acción sobre procesos cognitivos en riesgo. Por lo general, una dieta balanceada correctamente en cuanto a los nutrientes es suficiente para el normal desarrollo del cerebro.

En cuanto a las carencias nutricionales, existen dos: las generales por déficit calórico, y las específicas. "Estas últimas se dan más a menudo por falta de proteínas, minerales y vitaminas que por un simple déficit calórico, y tienen un impacto negativo en la cognición", subraya.

Hierro, yodo, y vitaminas no pueden faltar en la dieta de un niño. "El hipotiroidismo endémico y la anemia ejercen las principales influencias negativas sobre la cognición en nuestro continente", se lamenta.

No obstante, en el desarrollo del intelecto infantil, la nutrición es sólo un aspecto de los muchos que intervienen. Las infecciones en el embarazo, las complicaciones en el parto, la contaminación y la pobre estimulación sensorial y afectiva interactúan también de manera sinérgica. "Por lo tanto, para optimizar el intelecto infantil en poblaciones empobrecidas, más que la sustitución específica de un componente nutricional, es necesaria una concepción integral del desarrollo del cerebro infantil", señala.


A tiempo
El desarrollo de las neurociencias posibilitó identificar períodos críticos de desarrollo del cerebro, procesos cognitivos esenciales, efectos de las carencias nutricionales, ambientales o afectivas sobre el funcionamiento cognitivo y un área muy compleja que apenas comienza a dar frutos y que son los resultados de los procedimientos de estimulación del desarrollo cognitivo. "El normal desarrollo del cerebro es uno de los procesos de equilibro más delicado en la naturaleza y es de alta vulnerabilidad. Las condiciones de pobreza crean todas las condiciones para que aparezcan los factores de riesgo", refiere el experto cubano.

Como si se tratara de una cadena siniestra, el médico explica que las carencias devenidas de la pobreza comprometen el aprendizaje escolar adecuado y dan pie a una sucesión de eventos que tienen un efecto potenciador de la propia pobreza. "Esta paradoja es una de las situaciones en las que las neurociencias pueden contribuir para el diseño de estrategias que rompan este círculo vicioso".

"La exploración masiva del rendimiento cognitivo no es una tarea para la cual la psicología está preparada y es necesario crear procederes de alta sensibilidad y especificada para poder evaluar el daño o déficit antes de las acciones de intervención y posteriormente constatar la eficacia de las medidas tomadas. La tarea trasciende a la medicina, la psicología o a cualquier otra rama del conocimiento en particular, y depende de la coordinación integral interdisciplinaria y social para que sea eficaz", apunta Alvarez González.


Plasticidad cerebral
Los períodos neurobiológicos donde la acción de las neurociencias son más eficaces están relacionados con los conceptos de neurodesarrollo y plasticidad cerebral. El neurodesarrollo es el conjunto de cambios que ocurren en el cerebro y los sistemas sensoriales desde el nacimiento hasta la adolescencia, por efecto de la maduración, que se asocian y expresan en una amplia gama de conductas y capacidades adquiridas. La neuroplasticidad representa la intervención de la evolución para permitirle escapar de las restricciones de su propio genoma, y por ende, adaptar a las presiones ambientales, cambios fisiológicos y a la experiencia.

"Aunque el cerebro no madura como un todo simultáneamente, los períodos de mayor plasticidad cerebral se presentan en los primeros años de vida, de allí la importancia de realizar el diagnóstico de déficit y su intervención antes de la edad escolar".
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Las carencias nutricionales y afectivas impactan en las poblaciones más vulnerables.

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