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miércoles,
27 de
septiembre de
2006 |
EDITORIAL
El cumpleaños de un símbolo
El Instituto Politécnico General San Martín, reconocido en la ciudad por su alta calidad educativa, llegó ayer a su primer siglo de vida. Armónica combinación de nivel pedagógico y calidez humana, la tradicional entidad de avenida Pellegrini al 200 se integra con plenitud en el presente a una Argentina que ha revalorizado el trabajo y el perfil productivo.
En un momento en que el país intenta recuperarse después de un largo período de profunda crisis, son por fortuna muchos quienes creen que uno de los principales pilares sobre los cuales debe apoyarse para resurgir es la educación pública. Y si existe en Rosario un símbolo de los valores que puede transmitir el Estado cuando se ocupa de la trascendental tarea pedagógica, ese es el Instituto Politécnico Superior General San Martín, una de las tres escuelas dependientes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que cumplió ayer un siglo de prolífica vida.
El "Poli", tal cual afectuosamente lo conocen quienes habitaron sus generosas aulas, ha sido a lo largo de su rica historia un ejemplo de excelencia educativa y fraternidad humana. Numerosos rosarinos -entre ellos, el actual intendente Miguel Lifschitz- han cursado allí sus estudios secundarios y de su paso por la tradicional entidad de avenida Pellegrini entre Alem y Ayacucho han conservado los más cálidos recuerdos. Las tres mil setecientas tarjetas que ya se reservaron para la cena del sábado próximo -corolario de los festejos del centenario- constituyen un nítido reflejo de tanto cariño.
Preciso retrato, entonces, de lo que la ciudad ha sabido y podido dar en materia pedagógica, la importancia del "Poli" en este exacto momento de la historia nacional se vincula de manera decisiva con la actual revalorización de la educación técnica, de la mano de la reactivación económica y el creciente posicionamiento de la industria como factor clave para el repunte argentino.
El modelo vigente, entonces, que privilegia el trabajo por sobre la especulación, contribuye a poner aún más en primer plano las virtudes del Politécnico, esas mismas que lo han convertido casi en una leyenda entre los rosarinos.
La emotiva ceremonia de la víspera, momento culminante de las celebraciones por el primer siglo de vida del "Poli", marcó sin dudas una bisagra conmovedora en la continuidad del trabajo educativo. Después de la alegría de los merecidos festejos, la dura tarea seguirá. Día tras día, con la persistencia del sembrador que arroja la semilla en el surco, para que las próximas generaciones sean también beneficiarias de la calidad educativa sin fisuras que ha constituido su marca de fábrica y lo ha transformado en ejemplo.
Ojalá el país haya aprendido definitivamente la lección y ya no abandone el camino que ha retomado, ese mismo que le ha permitido reencontrarse con parte de la prosperidad destruida en las décadas donde se tomó el rumbo equivocado. El Politécnico constituye un privilegiado engranaje en la formación de hombres y mujeres preparados para asumir con capacidad y sin temores la anhelada reconstrucción de la Argentina.
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