Cartas de lectores
Año CXXXVII Nº 49245
La Ciudad
Política
Economía
Opinión
La Región
Información Gral
El Mundo
Escenario
Policiales
Página Solidaria
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Salud


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 24/09
Mujer 24/09
Economía 24/09
Señales 24/09
Educación 23/09
Salud 20/09
Estilo 16/09
Página Solidaria 13/09
Palabras más 02/09
Autos 24/08

contacto

servicios
Institucional



 miércoles, 27 de septiembre de 2006  
La lección de los alumnos

La profesora Ana María Degano presenta una habilidad especial para promover en los adolescentes las reacciones menos propicias para el aprendizaje. Esas reacciones varían de acuerdo a las características de cada chico. Soy mamá de tres chicos, dos de los cuales ya han cursado distintas materias con la mencionada docente. En el caso de la mayor, ya egresada del Normal 1, el trato de la docente generaba inhibición y retraimiento, actitudes que a su vez dificultaban la resolución de situaciones problemáticas. Mi hija se llevó estadística en el último año del Polimodal y, siendo la única materia que debió rendir en las instancias de diciembre y marzo, terminó aprobándola en mesa especial días antes de ingresar en la facultad. En otros chicos, Degano promueve actitudes de profundo odio y rechazo con las cuales también se dificulta la posibilidad de interesarse por los contenidos de la materia ya que en estos pibes su pensamiento estará centrado en defenderse más que en aprender. Con respecto a uno de los dichos de la profesora en la entrevista concedida a La Capital, acerca de que "nadie se acercó a hablar conmigo", es necesario aclarar que la docente, cada año, en el primer día de clases de cualquiera de sus materias, dicta una especie de "reglamento" propio y siempre advierte lo mismo: "que sus padres no se molesten en venir a hablar conmigo porque tengo una carpeta llena de notas con quejas y nunca me han hecho cambiar mi forma de dar clases". Esto es una prueba más de que su objetivo es imponer un discurso único a través de implantar el temor, y hay que reconocer que lo había logrado hasta que un alumno que ya no tenía más qué perder, decide enviar la nota a la dirección de la escuela. Luego, entre el desmanejo de la directora y la soberbia de la profesora, la actitud decidida de Juan Pablo Calandria y su familia, logra sacar a luz esta situación de larga data en la institución. Cabe destacar que quien se desempeñó hasta hace pocos días como vicedirectora del turno mañana ha recibido a los padres que fuimos a presentar nuestros cuestionamientos verbalmente y frente a los mismos trató de estimular a la alumna a superar estos escollos, pero nunca pudo refutar los argumentos ya que resulta imposible justificar el fracaso del 90 por ciento de los alumnos de cada curso sin admitir que algo falla desde el lugar del docente. Pero, como muchas veces suele suceder, en medio de tanto desaliento y bronca, los chicos están aprendiendo que vale la pena juntarse, animarse, dar voz colectiva a la queja individual y de pasillo, hasta convertirla en participación para lograr un cambio que mejore las condiciones de aprendizaje. Me pregunto: las autoridades del establecimiento, los otros docentes, los funcionarios del Ministerio de Educación, ¿también estarán convirtiendo esta situación en un aprendizaje?

DNI 13.255.482


enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo




  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados