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 domingo, 17 de septiembre de 2006  
Tema de la semana
Las casas se compran con más riquezas y no con anuncios

El funcionamiento de una Nación es una compleja maquinaria en la que ninguno de sus engranajes funciona de manera totalmente independiente del resto. De allí que cuando desde el Estado se generan expectativas o políticas concretas sobre algún aspecto de la vida nacional se ponen en marcha mecanismos que afectan los aspectos menos pensados. Esta semana el gobierno finalmente aceptó implícitamente la crisis energética con el pedido del ministro de Planificación Julio De Vido de hacer un uso racional de la energía, lo que se viene a sumar a algunas medidas como obligar a las empresas que aumenten su demanda a tener generación propia o a la implementación de sanciones para las que consuman más que en el período anterior. Esto se viene a sumar a los distintos entredichos con Bolivia como proveedor y con Chile como consumidor por el precio del gas y a los vaivenes que están sufriendo los combustibles derivados del petróleo.

  Todas las medidas anunciadas hasta ahora son meros parches para pasar el mal momento que no aseguran el futuro, ni mucho menos garantizan siquiera, no ya el abastecimiento de los distintos insumos aludidos a los particulares, sino las sustentabilidad del espectacular crecimiento económico generado por el boom productivo y exportador.

  Lo malo es que estos temas se vienen advirtiendo hace mucho tiempo y el gobierno nacional, como hace con los aspectos que prefiere no escuchar, en vez de encarar debates fecundos atribuye las advertencias a los agoreros que están supuestamente en su contra. Pareciera que estar a favor es negar la realidad si ella no gusta. Existen en este modo de pensar la realidad dos equivocaciones casi infantiles. La primera es que quien realmente está en contra de alguien no le advierte los males que le pueden venir, sino que se queda callado para que los desastres lleguen y hagan daño. La segunda es considerar que todo el que dice algo que no agrada está en contra. Pues si bien es cierto que muchas veces los críticos son declaradamente opositores, no es cierto que el mero hecho de criticar convierta a quien lo hace en un opositor. Esta es una obviedad que parece resultar ajena a una gestión de gobierno obsesionada en detectar enemigos.

  El general Perón, citando a algún clásico de los que le gustaba tomar sabiduría, por ahí dijo que “la única verdad es la realidad”. De allí que cuando alguien expone argumentos en contra de algo o advertencias más vale analizarlos y ver si tienen algún asidero que creer que se trata de palos en la rueda.

  Esta semana, por ejemplo, se ha producido ese extraño paso de minué con los créditos hipotecarios. ¿Qué sentido tiene crear la expectativa de que los inquilinos van a poder aplicar el canon que pagan por mes a cancelar la cuota de una casa propia si las cuentas más simples indicaban que esa operación es imposible? No hubiera sido mucho mejor hacer los número antes que los anuncios, concretar las consultas a los bancos y a analistas de fuera del gobierno para estar seguros y finalmente anunciar lo que se comunicó el jueves, que es mucho menos espectacular, pero más real que el anuncio original. ¿Advertir sobre esto es agorero, opositor, o simplemente es solicitar que se actúe con prudencia y calidad de gestión?

  Los créditos hipotecarios anunciados son los ya existentes un poco mejorados, pero siguen apuntando en general a quienes tienen mejores condiciones de vida. Esto no es más que una consecuencia de la realidad económica, que no responde a la voluntad sino a la realidad y que se modifica no haciendo anuncios, enojándose con los que advierten o encontrando enemigos, sino, por ejemplo, dando soluciones de fondo al problema energético para generar más riqueza a distribuir. Como se ve, lo dicho al principio sobre los funcionamientos encadenados es fácilmente comprobable. Con más energía y mayor producción, es seguro que más argentinos estarán más cerca de una casa propia.


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