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domingo,
17 de
septiembre de
2006 |
Pequeños investigadores
Marcela Isaías / La Capital
¿Cómo hacer de la escuela un lugar de interés para los chicos sin perder la tarea de enseñar? La pregunta inquieta a educadores, especialistas, padres y también a los propios alumnos. Y en el medio del tal desvelo se tejen y destejen cientos de estrategias.
Sin embargo, a veces la búsqueda puede ser más sencilla de lo que parece: sólo alcanza con unir ideas, integrar trabajos con una meta en común. Estos son algunos de los ingredientes que se utilizan año a año en el proyecto educativo "Pequeños investigadores, pequeños realizadores", diseñado por la documentalista Mariana Wenger y que se pone en marcha con el auspicio de la Compañía Aseguradora La Segunda.
La invitación se dirige a los chicos de 9 y 10 años, aunque este ciclo también se extendió a los niños de nivel inicial. Nada menos que diseñar campañas de bien público, pero para eso primero tienen que investigar y mucho, porque el trabajo final será sintetizar en un dibujo un concepto claro y definido sobre cuestiones como -fueron los temas de este año- los derechos del niño frente a los accidentes, los accidentes del trabajo y la educación vial.
Para que la propuesta llegue a feliz término y los chicos puedan involucrarse sensiblemente en los temas propuestos, la mano docente resulta clave. Al menos esta tarea es la que resalta Mariana Wenger cuando hace un balance del proyecto: "El trabajo de integración que se da entre los maestros con el profesor de plástica es importantísimo, aquí todos ponen mucho compromiso".
De hecho la invitación a ser parte de este proyecto llega en marzo a las escuelas. Luego se lo apoya con materiales y charlas. Y en el caso de los más chiquitos, con el asesoramiento de una educadora en la materia, Daniela Cimolai.
Entonces los chicos ponen manos a la obra y de lleno se vuelcan a buscar en libros, folletos, a poner la oreja a las charlas y hacer muchas preguntas. Lo aprendido se lleva a tarjetas muy coloridas con mensajes y recomendaciones para niños y adultos.
Para que todo resulte una fiesta, se reconocen los mejores trabajos entre más de 3 mil chicos de escuelas públicas y privadas. Este año la cita fue en el teatro El Círculo, con una concurrencia de 1.400 alumnos. Un corto le puso animación a las tarjetas y recogió las voces de los chicos durante la realización del proyecto.
Pero el verdadero resultado se lee en las producciones finales: trabajo en equipo, sensibilidad por los temas de preocupación común, mucha creatividad, desarrollo de una conciencia ciudadana y la posibilidad de que los chicos se sientan productores de sus propios aprendizajes. No es poco para una escuela que a diario se pregunta por nuevas formas de enseñar.
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Fotos
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Los tres primeros premios.
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