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 domingo, 17 de septiembre de 2006  
Sexo virtual
De la cama al diván

Clarisa Ercolano / La Capital

Dicen que el sexo mueve al mundo, de hecho, moviliza nuevas formas de encuentro en esta era de la comunicación. El sexólogo Luis María Allier Atucha comenta que "no sabe qué va pasar cuando empiecen a llegar a los consultorios de los terapeutas las personas que demoraron media hora en ir a la cama con alguien a quien no vieron nunca más, o que se engancharon con parejas swingers cuando en realidad no están psicológicamente preparados".

Internet está por todas partes y se metió en la vida cotidiana de las personas de tal modo que modificó la forma de vincularse afectivamente. Tan grande es el fenómeno que un grupo de especialistas argentinos se dedica a estudiarlo en profundidad.

Luis María Allier Atucha, presidente de la Asociación Argentina de Sexología y Educación Sexual (Aases), impresionado por la vinculación entre medios electrónicos y sexualidad, afirma estar sorprendido de cómo celulares e Internet se ponen al servicio de alguien que busca con quién tener relaciones sexuales. "Las páginas sobre sexo son las que más lugar ganan en la web. En Internet se superan los límites, porque la gente se permite cosas que no se dicen ni se hacen cara a cara, como mandar fotos desnudos o pedir parejas para intercambiar sexo", agrega.

Esta modalidad de encuentros tiene también su espacio en programas radiales, donde cualquier persona, sin dejar más datos que su nombre y edad, pretende vincularse con alguien para tener un encuentro cercano . "Ejemplo de esto es RH 23, el programa que conduce Rolando Hanglin, donde los oyentes encuentran compañía casi sin brindar información profunda acerca de su vida", refiere Atucha, quien estuvo en Rosario en el marco de las Jornadas Nacionales de Sexología.

Las relaciones, sobre todo las sexuales, surgen fácil y rápidamente de esta forma, pero sin embargo, el especialista se pregunta sobre la durabilidad de un vínculo nacido desde lo virtual: "Hay que ver si estas relaciones son efímeras o no, si se desarman con la misma rapidez con la que llegan, si dejan huella, si lastiman. Son grandes interrogantes, porque se trata de un terreno desconocido que no existía tiempo atrás", explica.

¿Pero de qué se trata esta tendencia donde las relaciones parecen estar asociadas a la fibra óptica? Atucha reconoce que si bien esto es nuevo, no se puede incluir ni categorizar. "Desde lo exclusivamente médico se habla de las posibilidades de comportamiento sexual de las personas, pero los sexólogos, frente a esta tendencia, sólo abrimos espacios de reflexión sin que hallemos respuestas", se sincera.

"Antes era más difícil entablar una relación con otra persona, había que llamarla, buscarla, mandarle bombones; ahora, basta escribir un mensaje de texto o ingresar en un salón de chat y decir: querés tranzar conmigo", resume Atucha, y no duda en señalar la inexistencia de involucramientos personales y la ausencia de límites a la hora del contacto con el otro.

A esta altura es evidente el cambio en la forma de relacionarse entre las personas. Una de las causas parece estar en el ritmo de vida acelerado que casi no deja lugar a los encuentros, sobre todo entre los más jóvenes. "Antes no se corría tanto como ahora y esto vuelve las relaciones más deshumanizadas, pero tampoco me animo a asegurar que el tiempo pasado fue mejor, no lo sé", confiesa.


Nuevos enfoques
La Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea que una persona es promiscua cuando tuvo cinco compañeros sexuales distintos en el año. Sin embargo, recientes investigaciones indican que este límite se trasciende fácilmente y estos cambios pueden llegar a ocurrir en un mes. ¿"Es promiscuidad o búsqueda de algo?", se cuestiona el especialista.

Atucha habla de ampliar la mirada. "El sexo cibernético abrió puertas. No es fácil en un pueblo salir a buscar parejas, pero la computadora abre otra opción, al igual que con las mujeres que quieren acostarse con alguien del mismo sexo y buscan hacerlo a través de la web, no es lo mismo plantear en un grupo de amigas: ¿alguna de ustedes se querría acostar conmigo?", agrega.

"Todavía no se sabe adónde lleva todo esto; los sexólogos luchamos por la libertad sexual pero, en realidad, ¿está bien?", se pregunta una y otra vez Atucha.

Otro factor determinante de esta tendencia es el cambio del rol social de la mujer, que trajo aparejado el cambio de los varones. "Ahora no saben cómo actuar", afirma Atucha. "Hace 100 años la mujer se casaba, atendía la casa y tenía los hijos, ahora trabaja, habla de sexo y vive lo que tiene ganas, no busca un compañero que la mantenga y le haga hijos, y además no le da explicaciones". Al perder el varón su lugar de rey de la casa, los valores se trastrocaron. "Ahora se tienen que acercar a mujeres que se permiten no ser vírgenes y que son independientes, y esto es un cambio que el varón aún no pudo asimilar ni aceptar", explica. "Mi abuela nunca le preguntó a mi abuelo de dónde venía ni le exigió nada sexualmente, ahora la mujer pide ser satisfecha y el varón no es más cazador ni proveedor", acota.


Tendencias
Los sexólogos hablan de manifestaciones "comportamentales" de la comunidad. Para ellos, cualquiera es de esperar que suceda y son muy pocas a las que clasifican inaceptables, como la violación y el abuso.

Mientras tanto, el sexo cibernético es aún tierra inexplorada, y se trata de un fenómeno que trascendió a los adolescentes y también a los adultos. "Hay personas de 50 años que tuvieron ahora su destape sexual; son los mismos deseos que teníamos antes pero que no contaban a nadie".

Para concluir, Atucha asevera que hoy se apunta más al sexo que a una relación estable. Una investigación de la oferta que existe en Internet dice que aquellos que buscan una relación estable se ubican en las antípodas de los que aspiran a pasarla bien sexualmente. "Lamentablemente el varón tiene disociada a la mujer para formar una familia de aquella a quien busca para tener sexo. En la familia y los hijos no entra el sexo, y viceversa".


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