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 sábado, 12 de agosto de 2006  
La divertida política del Reino del Revés

En el Reino del Revés hay una ciudad cuyas autoridades no realizan una verdadera planificación urbana, y eso les parece muy bien y están muy contentas. Así, por ejemplo, en una zona que está alejada un par de kilómetros del centro, han prohibido construir edificios o casas de más de dos pisos para crear un "área de preservación urbanística y arquitectónica", cuando todo el mundo sabe que allí no hay ningún patrimonio arquitectónico que preservar. Mientras tanto, en el centro de esa ciudad, donde sí se encuentran patrimonios arquitectónicos e históricos en casi todas las cuadras, fomentan la construcción de monumentales -y en muchos casos antiestéticos- edificios que asfixian a las casas con paredones linderos; entre otras cosas, porque nadie les dice nada y, además, porque las leyes muchas veces ni siquiera existen. Si alguien se queja, esas autoridades sacan a relucir su frase de cabecera: "Eso no está legislado". Sin embargo, esas mismas autoridades han legislado sobre cosas como quitar los cables aéreos porque originan "contaminación visual", mientras que muchos vecinos lindantes con esos edificios se encuentran con un inmenso muro de concreto en los propios patios de sus casas que no sólo los contaminan visualmente sino que, además, les quitan el aire, la luz y el sol. Claro, las autoridades no iban a dejar pasar la oportunidad para realizar anuncios rimbombantes del tipo: "Se están creando fuentes de trabajo", y así fueron creando una guerra de todos contra todos, lo que en la lógica del revés tiene mucho sentido. Por esto, en vez de hacer que las construcciones de edificios se adapten a un modelo urbanístico, que no existe (así no tendría gracia), lo urbanístico termina adaptándose a la anarquía edilicia. Del mismo modo, luego de disfrutar por décadas de los beneficios del aire y de la luz -que para eso fueron inventados los patios hace ya cientos de años-, ahora los vecinos tienen que rogar de rodillas para que les dejen abrir una pequeña ventanita en la pared lindera para que al menos pueda correr un poco de aire en sus casas. Y los peatones y automovilistas también deben adaptarse esquivando volquetes, camiones cementeros, andamios y vallas de seguridad que entorpecen el tránsito. Cuando todo el centro de esa ciudad haya perdido su encanto, cuando ya no queden patrimonios arquitectónicos que preservar y cuando los bolsillos de los usureros estén rebosantes de dinero, entonces y sólo entonces aparecerán las leyes y los decretos que velen por la calidad de vida de los vecinos, porque así es la divertidísima política del Reino del Revés.

DNI 12.944.367
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