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sábado,
12 de
agosto de
2006 |
La destacada de la semana
Construyamos puentes de paz
Unos culpabilizan a los otros y los otros responsabilizan a los unos, y ese suelo agreste vuelve a cubrirse con un manto de sangre. Dos civilizaciones que provienen del mismo tronco, que durante siglos convivieron en armonía respetando sus creencias, sus costumbres, sus tradiciones, hoy vuelven a utilizar el armamentismo como diálogo, al odio como la razón y a la intolerancia como el método. Voces impiadosas de algunos, improperios de otros, se escucha permanentemente mientras un grupo minúsculo manipula los hilos de títeres que juguetean matándose en las abrasivas arenas de sus pequeños territorios. Saboreando la sangre. Brindando por los heridos. Contabilizando muertos. Cual común juego que el que gana es el que acumula menos puntos a su favor. Es la locura de un mundo enmudecido. Es el espanto que se objetiva en el tiempo veloz de las imágenes. En una guerra sin razón en la que los jóvenes no volverán a sus padres, los ancianos cerrarán sus ojos enterrados en escombros y los adultos compartirán el miedo permanente de la existencia. Triste destino de dos culturas enlazadas, laboriosas, ingeniosas. Lamentable perspectiva cuando una solución es posible. Incomprensibles actitudes en la tierra cuna de los patriarcas, del amor fraterno, del derecho por la vida. Sin posturas distantes habría que elaborar propuestas. Sin intenciones parcializadas habría que construir puentes de paz. Sin odios ni venganzas, para que el lenguaje desplace al idioma de la guerra. Entonces, ¿no sería posible que representantes de ambas colectividades, bien intencionados, amantes de la paz y de la vida, se reunieran aquí y en todo lugar que fuese posible para intentar unificar posiciones, buscar caminos, consensuar estrategias? Cualquier esfuerzo, por mínimo que fuese, aunque logre salvar solamente una vida adquiriría el valor que nos permitiera volver a sentirnos seres humanos.
Semy Seineldin, DNI 5.803.044
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