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miércoles,
14 de
junio de
2006 |
Un elemento esencial para
prevenir enfermedades
Después de la segunda Guerra Mundial, la donación y la transfusión de sangre se convirtieron en una importante esfera de actividad en muchas organizaciones sociales. La epidemia del sida tomó desprevenidos a muchos en el sector de la salud respecto de los riesgos vinculados con la distribución de sangre sin previo análisis para determinar la presencia del virus del HIV.
En consecuencia, miles de personas resultaron infectadas por el virus. Esta tragedia inspiró la campaña encaminada a mejorar la calidad de los servicios de sangre en todo el mundo.
El 82 por ciento de los habitantes del planeta sufren la incertidumbre de no saber si podrán recibir sangre si ellos o sus seres más queridos necesitan urgentemente una transfusión, y cuando la reciben no tienen ninguna garantía de que la sangre sea segura. Muchas de esas personas viven en regiones que padecen la mayor carga de morbilidad del mundo y necesitan por tanto un suministro suficiente de sangre y productos sanguíneos seguros en todo momento.
En esos países hay una continua necesidad de sangre para enfermedades potencialmente mortales como la anemia grave infantil por malaria o la mala nutrición y las complicaciones del embarazo en la mujer. "Un suministro suficiente de sangre segura constituye un elemento fundamental de un sistema asistencial eficaz y es esencial para prevenir enfermedades", dijo Lee Jong Wook, director general de la OMS. "En nuestras actividades encaminadas a ampliar el acceso al tratamiento para las personas afectadas por el sida en todo el mundo, la sangre segura es un componente crucial de nuestra estrategia de prevención y atención.
La condición básica para disponer de suficiente sangre segura es la existencia de donantes voluntarios regulares con buena salud que ofrezcan su sangre sin que medie ninguna compensación económica o de otro tipo", señaló.
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