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domingo,
21 de
mayo de
2006 |
Claudio María Domínguez en Rosario
Ser feliz y no morir en el intento
Clarisa Ercolano / La Capital
"Hay un planteo profundo que pasa por saber si tu vida está funcionando o no", explica Claudio María Domínguez, difusor por excelencia, como a él mismo le gusta llamarse, de temas espirituales. Y en seguida agrega: "Quienes la pasan bien en el planeta tierra son aquellos que tienen más armonía que conflictos". Más allá del entusiasmo, Domínguez reconoce que cada vez que dicta una conferencia y le pregunta a la gente si están o no felices con su vida, sólo un 15 por ciento levanta la mano.
Domínguez brinda algunas consignas que resultan prácticas para empezar el ansiado cambio. El primer paso, reconocer la situación actual, dejar de lado el ego y ver qué es lo que no funciona. "Después de esta limpieza, hay que comprender que ganarse la vida no es igual a tener una vida".
Nada es fácil en la tarea de procurarse una vida mejor Domínguez explica que, con el tiempo, se crea una memoria asociativa que nos hace repetir constantemente los patrones y trae represión primero y luego, desazón. "Hay que esforzarse por cambiar estos circuitos en el cerebro, sin pretender que el mundo cambie, porque somos nosotros mismos los que tenemos que cambiar", explica.
Para hacer su mensaje más comprensible, Domínguez refiere a las palabras de la Madre Teresa que pregonaba la idea de dejar de ser los actores secundarios en las películas de nuestras vidas. "Hay que protagonizar una nueva película, escribirse roles más creativos y libres y no olvidar que lo semejante atrae lo semejante, uno sintoniza lo que recibe".
Singular importancia le asigna Domínguez a los mandatos sociales preestablecidos que dificultan la plena realización del ser. Para explicarlo, recuerda su propia experiencia: "Me enseñaron que debía ser exitoso, reconocido, viajar por todo el mundo; yo hice todo eso, pero no me enseñaron que tenía que ser feliz y dueño de mi historia".
Despertar de la amnesia y correr el velo de negatividad son consejos pregonados por este buscador de "instantes de dicha", para eso recomienda trascender lo material, calmar la mente con la meditación y principalmente retornar al interior de uno mismo.
"El pensamiento es todopoderoso, el mundo que crees que te mereces es el que tenés", señala y recuerda que hay que regular las emociones y reacciones, y responder desde lo que uno es "no de lo que creo que soy o desde lo que creen los otros, porque el universo conspira a favor sólo cuando tenemos la certeza". Otra vez la clave reside en uno mismo, en ser y actuar de manera coherente para contagiar al entorno y también aceptando al otro en su nivel evolutivo.
Muchas veces el contexto actual no resulta propicio para lograr momentos de reflexión, el consejo de Domínguez es disfrutar "del placer del aquí y el ahora y enfocarse, en una espiritualidad ecuménica, sin barreras de división religiosa". Respecto de la existencia de las denominadas fuerzas del mal, dice que "el mal es la ausencia de amor en la vida".
Domínguez recorrió el mundo y tuvo la oportunidad de contactarse directamente con los máximos líderes espirituales contemporáneos, y entre las experiencias que más lo apasionaron menciona: "La Madre Teresa es el pico de amor en acción, es tocar ese concepto de que son más santas las manos que dan que los labios que rezan; Sai Baba es increíble y enseña que la verdad está en todas las religiones, sean católicos, hinduístas o budistas".
A modo de síntesis dice que "los pensamientos matan o sanan, la enfermedad, las trabas, todo empieza en la cabeza porque los residuos kármicos se movilizan".
Espiritualidad práctica
Los primeros tres pasos para el cambio son:
Aceptación para no intentar cambiar la vida de los demás, paciencia para aquietar la mente y no "engancharse" en el pasado y estado de dicha para empezar a amarse uno mismo. Al respecto Domínguez ironiza: "No hace falta hacer yoga con la cabeza para abajo durante cuatro horas".
No confundir acción con reacción.
Dedicar un tiempo a la meditación.
Amar a los enemigos. "Si amas a tu enemigo, ya no es más tu enemigo, el poder de él desaparece".
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Claudio propone disfrutar "del placer del aquí y ahora".
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