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sábado,
20 de
mayo de
2006 |
Le dan 14 años de prisión por un brutal crimen
La sentencia recayó en un muchacho que en agosto
de 2004 mató a un
changarín para robarle
Ariel Etcheverry / La Capital
Fue un crimen brutal. A Raúl Luis Tabares, un changarín de 38 años, además de someterlo a una golpiza y robarle las zapatillas, lo ejecutaron de un tiro en la cabeza en la puerta de su casa. Fue el 18 de agosto de 2004. Unos segundos antes del disparo final, uno de los agresores ingresó violentamente a la vivienda y se llevó un televisor de 20 pulgadas y algo de dinero. Cuando salió a la calle, le pasó el aparato a un cómplice y con un revólver mató al dueño de casa. A esa conclusión llegó el juez penal que condenó a 14 años de cárcel a un joven de 19 años como autor de homicidio en ocasión de robo. En el mismo fallo, el magistrado también lo encontró culpable de otros dos robos ocurridos en la misma zona,
A Diego Marcelo Farías, sobre quien recayó la sentencia firmada por el juez Julio Kesuani, lo conocían en el barrio como Patón. El hecho ocurrió frente al domicilio de Tabares, en Mister Ross al 2000, en la zona sur de la ciudad. En el expediente no se pudo dilucidar claramente qué fue lo que motivó el crimen, aunque siempre se sospecho que se trató de una venganza porque Farías y Tabares habían tenido un encontronazo pocos días antes.
Según varios testigos que declararon en la causa judicial, Tabares fue asaltado por el Patón cuando se desplazaba en bicicleta por Oroño y las vías del ferrocarril. Entonces, Farías se apoderó del rodado, pero la víctima no se amedrentó y minutos después fue hasta la casa del delincuente y le exigió a la madre que le devolviera el vehículo. De acuerdo a esas versiones, Tabares recuperó la bicicleta, pero el Patón le juró venganza.
Disparos en la madrugada
El 18 de agosto, cerca de la 0.30, Tabares estaba con su hija en la vereda de su casa de Mister Ross entre Balcarce y pasaje Trento. La reconstrucción del hecho indica que ambos había salido a la calle para fumar un cigarrillo cuando llegó Farías con un hombre y dos mujeres como acompañantes. Hubo al menos dos disparos intimidatorios. Entonces, el cómplice del Patón, conocido en el barrio como el Puto Diego, tiró al piso a Tabares, poniéndole una rodilla sobre la espalda y le aplicó varios culatazos en la cabeza.
Farías, por su parte, entró a la casa de la víctima y se robó un televisor de 20 pulgadas. Después le pasó el aparato a su amigo y con el arma que tenía en su poder le pegó un tiro al changarín, quien falleció en el acto. En noviembre de ese año, la Brigada de Homicidios local detuvo al Patón mientras se hacía cortar el cabello en una peluquería del barrio. También cayeron en distintos momentos sus acompañantes.
Farías siempre se declaró inocente, pero para el juez de Sentencia Nº4, Julio Kesuani, no hubo dudas en todo el proceso de su responsabilidad en el crimen. Por eso lo condenó como autor de un homicidio calificado en ocasión de robo. El magistrado unificó ese delito con otros dos episodios ocurridos unos días después de la ejecución de Tabares. En uno de esos hechos, la víctima fue una mujer policía vecina de la zona que sufrió la sustracción de un celular a manos del Patón. Kesuani, al momento de dictar sentencia, juntó los tres delitos, entendiendo que la pena debía llegar a los 14 años.
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