|
domingo,
14 de
mayo de
2006 |
Panamá: el paso que unió al mundo
Asediada por piratas y poblada por esclavos e inmigrantes, el país centroamericano vibra con su cultura aborigen, su pasado colonial
y su ritmo moderno y cosmopolita. Las selvas, montañas e islas, con una biofauna original y diversa, completan el perfil del país
Panamá es el eslabón sur de la cadena de países que forman Centroamérica. Bañada por el Mar Caribe y el Océano Pacífico y surcada por su histórico canal, el paso más utilizado para atravesar el continente. Su nombre es un vocablo indígena que significa "abundancia de peces, abundancia de mariposas". Su sombrero, el panameño, es -junto al Canal- otro de los productos más conocidos, como los que dio la música a través de su actual ministro de Turismo, Rubén Blades.
Blades define su país como "un istmo bañado por dos mares, con miles de islas, mariposas y centenares de especies de orquídeas". Además de rescatar el espíritu de su gente, su música, sus artesanías, las joyas coloniales como el casco antiguo de la ciudad capital, las ruinas de Panamá Viejo, Portobelo y los fuertes coloniales del Atlántico.
La actividad bancaria le sumó una creciente arquitectura de rascacielos y estructura de entretenimiento con casinos, malls, campos de golf y resorts, que complementan la actividad turística, una de las nuevas facetas de ese país.
La capital es una urbe luminosa surcada por una espléndida vía costera, conocida como Causeway, que domina la entrada del canal con miradores, hoteles, embarcaderos y restaurantes: el perfil más moderno del país.
La ciudad presenta un mundo lleno de contrastes donde la historia y el modernismo se fusionan, así cuando se habla de la ciudad de Panamá, en realidad, se hallan tres ciudades encerradas en un mismo tiempo.
Desde su descubrimiento por Rodrigo De Bastidas, en 1501, el istmo de Panamá y principalmente la ciudad, se convirtieron en un centro internacional. Pero a ocho kilómetros del centro de la ciudad moderna se encuentran las ruinas de la que fue la primera Panamá, destruida en 1671 por la codicia del pirata Henry Morgan, quien la incendió y saqueó.
Allí están la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, los conventos de San José, la Catedral, el Ayuntamiento, el Mercado de Esclavos y el Hospital San Juan de Dios, por lo que fue conocida como la Reina del Pacífico.
Panamá Vieja también atesora el Mercado Nacional de Artesanías y Centro Cultural.
Los callejones y edificios coloniales, ruinas y calles de piedra, museos e iglesias antiguas de la ciudad colonial resumen los estilos de construcción español, francés e italiano, que dan como resultado un marco arquitectónico impresionante donde predominan el francés y neoclásico. Es el espíritu del Casco Viejo, fundado en 1673, y que fuera centro administrativo, comercial y religioso del país.
La traza
El casco histórico, con su traza, su loteo, las fortificaciones y edificios refleja la importancia, adaptación y persistencia de los valores humanos, los cuales se han orientado hacia el fomento de la comunicación interoceánica.
Sus calles guardan secretos de otros tiempos, con seducción renovada, paredes multicolores y balcones que aún sueltan suspiros. Entre las rarezas del barrio se encuentra el Arco Chato, una fabulosa obra arquitectónica.
En la plaza central, el modelo español dejó la catedral y las bóvedas de las antiguas cárceles españolas, convertidas en galerías de arte, teatro, restaurantes y hasta discotecas. El Teatro Nacional, el Palacio de Las Garzas o Palacio Presidencial, Iglesia de San José con un inmenso altar de oro y variadas iglesias y museos se agrupan entre las más conocidas de dicho perfil.
Pero la ciudad de Panamá, con cerca de seiscientos mil habitantes, aunque pequeña, es una urbe cosmopolita y moderna con altos edificios y cientos de bancos. Con centros comerciales y tiendas libres de Impuestos, es un paraíso para el comprador. Uno de los ejes es la avenida Central.
La vida nocturna asegura clubes, bares, cafés, teatros y casinos con ganancias libres de impuestos. Pero una de sus originalidades son las "chivitas parranderas", discotecas rodantes que recorren la ciudad al compás de la música.
Costera
Los casi 2.500 kilómetros de costa de Panamá hacen de sus playas una de sus atracciones. En el Caribe Panameño las playas se encuentran en la provincia de Bocas del Toro, en las islas del archipiélago, en la provincia de Colón, en Isla Grande, en San Blas. En la mayoría de las islas del archipiélago son pequeñas o medianas y todas tienen arrecifes coralinos cercanos, siempre están próximas a la desembocadura de un río y casi todas han sido formadas por acumulaciones de coral. Resultan un paraíso para los coleccionistas de caracoles multicolores.
Las 367 islas de San Blas tienen playas y otras, deshabitadas, son ideales para nadar y bucear.
Sobre el Pacífico existe una variedad de playas de fácil acceso desde la carretera panamericana. Las playas de Gorgona, Coronado, San Carlos, El Palmar, Río Mar, Corona, Sea Cliff, Santa Clara, Playa Blanca y Farallón son las más visitadas durante todo el año. En todas se pueden practicar deportes acuáticos, velero, surf o simplemente nadar.
Paraíso del snorkel
Las aguas panameñas albergan una diversidad de posibilidades para el buceo que son casi desconocidas para muchos de los amantes de esta actividad.
El Caribe ofrece en sus incontables arrecifes coralinos, increíbles paisajes de fauna y flora submarina. Una verdadera explosión de colores y formas.
El Parque Nacional Portobelo es la región más accesible de este mar, siendo además la sede de varias operaciones de buceo, algunas con su base principal en la ciudad de Panamá. Los archipiélagos de Bocas del Toro y San Blas, y Escudo de Veraguas, ofrecen lugares de singular belleza, tanto arriba como debajo de la superficie.
En el Pacífico existen buenas posibilidades en los archipiélagos de Las Perlas. Sin embargo las mayores bellezas se encuentran en lugares más alejados como Isla Iguana (refugio de vida silvestre), el Parque Nacional Coiba, las islas del golfo de Chiriquí y, más alejada, la isla de Montuosa.
Una tercera masa de agua proporciona un tipo de buceo diferente, el Canal de Panamá, con su sistema de lagos. Allí es posible bucear restos históricos de la época de las construcciones del canal francés y del llenado de los lagos artificiales.
Tierra de mariposas
Panamá atesora en catorce parques nacionales una biofauna de diversidad asombrosa. Selvas, serranías, ríos caudalosos, orquídeas, helechos y musgos pueblan estas áreas, donde se refugiaron y aún viven los pobladores originarios.
La mayor variedad de biofauna se encuentra en el Parque Nacional Darién, declarado Reserva de Biosfera de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 1981. El reconocimiento fue por su extraordinaria diversidad biológica y alto valor genético, además de los grupos que guardan y practican tradiciones ancestrales. Es el área natural protegida más grande de América Central y el Caribe.
Este bosque tropical es limítrofe con Colombia. Tiene extensos ríos navegables como el Tuira o el Chucunaque, que entre sus sierras y bosques albergan especies vegetales únicas en el mundo y animales de extraordinaria belleza como el águila harpía y el jaguar.
El parque La Amistad forma parte de la primera Reserva de la Biosfera Binacional del mundo, cuyos límites Panamá comparte con Costa Rica. El lado panameño es una prolongación de la cordillera de Talamanca, una superficie de 207 mil hectáreas de bosques nubosos que incluye las cuencas de los ríos Teribe y Changuinola, entramados en la cordillera central. La sede administrativa está en el poblado de Las Nubes.
En la provincia de Bocas del Toro se encuentra el área de Panajungla, un antiguo sitio de entrenamiento militar, donde se puede caminar para observar aves y visitar comunidades indígenas autóctonas como el Grupo Teribe, conocer su Palacio Real y sus artesanías. También se puede practicar canotaje y pesca en las aguas del río Teribe. Al parque se debe llegar preparado para aventuras en ríos y montañas vírgenes con bosques densos y húmedos. Los complejos hoteleros permiten alojarse en medio de la naturaleza.
En la provincia de Chiriquí hay senderos de recorrido corto, como La Cascada y El Retoño, en un agradable clima y verdes paisajes de más de 2.000 metros de altura, ideales para la observación de aves y otras especies de fauna y flora y donde es posible encontrarse con el quetzal, ave de exuberante belleza por su plumaje rojo y verde.
Uno de los destinos más concurridos de turismo aventura es el volcán Barú, el punto más alto del país, desde donde pueden verse los dos océanos. El volcán se encuentra en el parque nacional que tomó su nombre y para llegar a su cima, de 3.475 metros se requiere de una caminata de 4 horas o un paseo de 30 minutos en un vehículo de doble tracción. El camino recorre formaciones de lava y evidencia volcánica producto de su última erupción.
Entre los parques nacionales marinos, Isla Bastimentos -un conjunto de islas e islotes de 13,226 hectáreas- es una de las pocas áreas de América Latina que preserva ecosistemas de playas, arrecifes de coral y manglares en una misma área.
Cada uno de los 14 parques tiene su encanto. Entre ellos, el Coiba, al sur, sobre el Pacífico; es especial para la pesca y excursiones de buceo; así como el Metropolitano , en la zona del canal, al lado de la capital, es el único enclavado en una ciudad.
Las orquídeas regalaron a Panamá su flor nacional, la Flor del Espíritu Santo, cuyo nombre científico es Peristeria elata. Sus pétalos de color marfil intenso, adornados en el centro de su libelo con una bien definida y delicada paloma, puede hallarse en flor entre julio a octubre.
El canal
En el Canal de Panamá, el diseño e ingenio humanos se abocó a unir dos grandes océanos y lograr un paso que permitiera la circulación de barcos, básicamente, para facilitar el comercio a instancias de Estados Unidos, que comandó y se apropió del lugar durante décadas.
Es una obra arquitectónica de dimensiones sorprendentes, considerada entre las más maravillosas del mundo, y el motivo por el cual se conoce a esa tierra como Puente del Mundo.
La longitud del canal es de unos 80 kilómetros por los que circulan entre 13 mil y 14 mil barcos por año. En ese servicio que es incesante durante los 365 días del año, se emplean unos 9 mil trabajadores.
El canal utiliza un sistema de exclusas que funcionan como elevadores de agua subiendo las naves desde el nivel del mar (Atlántico o Pacífico) a 26 metros, lago Gatún. Así, los buques navegan a través del cauce del Canal, en la cordillera central de Panamá.
Cada juego de exclusas lleva el nombre del poblado donde fue construido: Gatún (en el lado Atlántico), Pedro Miguel y Miraflores (en el Pacífico). La parte más angosta del canal es El Corte Culebra y se extiende desde el extremo norte de las exclusas de Pedro Miguel hasta el extremo sur del lago Gatún, en Gamboa. Este segmento, de aproximadamente 13.7 kilómetros de largo, fue excavado a través de roca y piedra caliza de la cordillera central.
El Centro de Visitantes de Miraflores es el lugar ideal para ver las operaciones del canal, al que se puede llegar en minicrucero. Esta instalación tiene grandes balcones desde donde observar cuando se abren y cierran las compuertas a medida que los buques inician o terminan su tránsito por uno de los tres juegos de exclusas del canal.
Cuatro salas de exhibición, organizadas por temas, constituyen el corazón del Centro de Visitantes de Miraflores. Las exhibiciones están dedicadas a la historia del canal, la importancia del agua como fuente de vida, la operación del canal y su papel en el comercio mundial.
Los pobladores
En el itsmo conviven una cantidad de etnias originarias. Los grupos culturales más importantes son los kunas, que se encuentran en las costas e islas de San Blas, en las selvas del Chucunaque y Bayano; los Ngöbe Buglé (mejor conocidos como los Guaymíes), que viven dispersos en las montañas de Bocas del Toro, Veraguas, Chiriquí; los Emberá y Wounaan (del Grupo Chocoe), que habitan en las selvas del Alto Darién; y los Teribes, Bri Bri, Talamancas, Bokotas y Cricamolas en la provincia de Bocas del Toro.
La veta afro-colonial llegó junto a los conquistadores españoles, que los convirtió en esclavos a partir del siglo XVI. A causa del maltrato se rebelaron y se marcharon a las selvas de Bayano y en el litoral del Caribe, aunque no en la Islas de San Blas porque allí se encontraban los kunas. Hoy, sus descendientes se encuentran en la vertiente del Pacífico. Su base cultural es hispana y por eso conservan las tradiciones y elementos culturales fundamentales de los españoles con un folclore bien definido.
Otra corriente migratoria llegó desde las Antillas con la construcción del canal. Los antillanos arribaron desde Jamaica, Martinica y Trinidad y se ubicaron en las ciudades de Colón y Panamá, y en la antigua zona del canal. Pero su presencia disminuyó en el transcurso de las dos guerras mundiales.
La construcción del canal también acercó chinos, griegos, italianos, japoneses, españoles y estadounidenses.
La mayoría de la población del país es mestiza, como consecuencia de la unión entre españoles e indios.
Panamá se independizó de España el 28 de noviembre de 1821 y se separó de Colombia el 3 de noviembre de 1903. Las dos fechas se celebran como días de la independencia, además del día en que la soberanía se proclamó por primera vez como intención, el 10 de noviembre.
enviar nota por e-mail
|
|
Fotos
|
|
El paisaje panameño está acompañado de una temperatura que no baja de los 20 grados y vientos cálidos, casi todo el año.
|
|
|