Lecturas

Ocupar, resistir y producir

Alfredo Montenegro / La Capital

"Teníamos un desafío muy grande, debíamos demostrar que los negros somos capaces de manejar una empresa. Había que estar muy unidos y luchar para producir. No es poca cosa lo que hicimos", dice un trabajador de Industria Metalúrgica Plástica Argentina (Impa). El testimonio del empleado de la empresa de Almagro es uno de los que recoge "Empresas recuperadas: la autogestión de los trabajadores" de Julián Rebón, sociólogo del Instituto Gino Germani, e Ignacio Saavedra, del Movimiento de Empresas Recuperadas.

La investigación recorre la historia reciente de la organización obrera en la lucha por "ocupar, resistir y producir", ante la crisis económica argentina de los últimos años."El obrero quiere hacer lo que siempre hizo, ir a trabajar, y cuando eso no fue posible emergió la acción directa para romper lo que frenaba la posibilidad de su realización", indican los autores.

La célebre cuestión sobre la posibilidad de trabajar sin patrón y ser dueño de los medios de producción es analizada en una investigación que desmenuza la experiencia argentina, integrada por más de diez mil trabajadores que buscan preservar su dignidad.

Sin mitificar y señalando aciertos y errores de la experiencia, el libro rescata la lucha por "no perder el lugar de trabajo y producir", tras ocupar una planta, permanecer en ella, además de resistir las acciones del patrón y policías. También se repasa la pelea por una cobertura legal y la solidaridad social que permita funcionar como emprendimiento productivo.

El libro retoma cuestiones de la "reestructuración capitalista operada a partir de la última dictadura militar y consolidada con las reformas implementadas a partir de 1989". Resalta el surgimiento de nuevos "patrones de acumulación de capital y distribución del ingreso que desplazaron progresivamente a la industria manufacturera como eje neurálgico y ordenador de las relaciones económicas y sociales de la economía, cediendo dicho lugar a los servicios, y fundamentalmente al capital financiero".

Son examinadas la "desregulación económica, privatizaciones, plan de convertibilidad, paridad cambiaria con un peso sobrevaluado, aumento del desempleo, subocupación, precarización laboral y concentración de la riqueza".

En 2002, mientras los empresarios huían del derrumbe económico, vaciando sus cuentas bancarias y firmas, las recuperaciones de empresas se expandieron. Antes que "vivir de cartoneros o planes de ayuda, se genera la lucha para recuperar la empresa. Esta es nuestra última oportunidad como trabajadores, después de acá no hay nada", admite un obrero.

En ese momento, "la recuperación se incorpora -señalan los autores- a la caja de herramientas de los asalariados. La toma refiere al control de una situación social alterando las relaciones jurídicas de propiedad parcial o totalmente, en una forma de apropiación de un territorio ajeno para negociar con empresarios, jueces y gobiernos".

Más allá de las imágenes de la televisión sobre obreros frente a una fábrica, los investigadores detallan qué pasa persianas adentro. "Reiniciar la producción impone tareas urgentes de recomposición económica, financiera, comercial y productiva, la necesidad de acumular capital de trabajo, recomponer relaciones de confianza con proveedores y clientes, recuperar los servicios cortados, instrumentar las condiciones contables, mantener y calibrar las máquinas".

Asambleas para tomar decisiones y consultas al pie del trabajo, parecen alejar a la autocracia del capital, remarcan Rebón y Saavedra. Sin embargo, aunque "aparece una igualación", están en "emprendimientos privados, mientras el mercado sigue regulando la producción".

Pero ya "no se trata de maximizar la ganancia, sino de obtener condiciones de vida para sus asociados". Allí aparece el nuevo desafío: "Luchar contra los despidos y preservar la fuente de trabajo, ahora significa asumir la dirección de la producción".

Ejemplo. En Rosario, los trabajadores de Mil Hojas reactivaron la empresa a través de una cooperativa.